
Un reciente estudio científico, publicado en la revista BMC Medicine, ha abordado de manera contundente la conexión entre las interacciones sociales y la longevidad. Aunque la noción no es novedosa, este estudio se destaca por diferenciar entre la soledad objetiva y subjetiva, considerando tanto aspectos cualitativos como cuantitativos.
Contrario a la expectativa inicial, el cardiólogo Jason Gill, uno de los autores del estudio, reveló que la frecuencia de las visitas a familiares y amigos, incluso mensualmente, parece tener un impacto positivo en la esperanza de vida. Según Gill, una vez que se establece el hábito de encuentros mensuales, el riesgo de aislamiento social se mantiene relativamente estable, independientemente de la frecuencia exacta de las visitas.
El estudio se basó en datos de 458,146 personas adultas del Reino Unido, recopilados entre 2006 y 2010, con una edad media de 56.5 años. Los resultados, tras 13 años de seguimiento, revelaron que la soledad, tanto objetiva como subjetiva, está asociada con un mayor riesgo de mortalidad. Los factores como participar en actividades grupales, vivir solo y recibir visitas de amigos y familiares jugaron un papel crucial en determinar el nivel de aislamiento y su impacto en la salud.
En cuanto a la explicación de este efecto protector, los investigadores sugieren que el apoyo emocional y el acceso a servicios de salud podrían desempeñar un papel crucial. Además, se observó que las personas socialmente aisladas tienden a adoptar comportamientos menos saludables, como el tabaquismo o el consumo excesivo de alcohol.
Bryan Strange, director de The Laboratory for Clinical Neuroscience, destaca la importancia de distinguir entre diferentes formas de soledad, y sugiere que las visitas esporádicas, especialmente a aquellos que viven solos, pueden tener beneficios significativos. Esta idea se ve respaldada por la observación de que los «superagers» o superancianos/as, que mantienen una memoria comparable a personas 30 años más jóvenes, también destacan por tener numerosas relaciones sociales.
El gerontólogo social Andrés Rueda enfatiza la conexión entre la soledad y la fisiología, señalando que el estado de ánimo influye en el curso de las enfermedades. Aunque las visitas de amistades y familiares son beneficiosas, Rueda también sugiere la posibilidad de establecer conexiones significativas con otras personas residentes en lugares como residencias de personas mayores.
En resumen, este estudio también difundido en el País, centrado en personas mayores, resalta la importancia de las interacciones sociales para la salud y la longevidad. Visitar a familiares y amistades, incluso una vez al mes, podría ser una medida efectiva para mejorar la calidad de vida y extender la esperanza de vida, evidenciando la naturaleza fundamental de nuestra condición social, independientemente de la edad.
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