Esta compositora nació en Suecia, el 19 de febrero de 1841.Su padre, un doctor apasionado por la música, inculcó sus ideas artísticas a sus dos hijas. Por ello, las envió a estudiar a Estocolmo, Fredrika, la mayor, se convirtió en una gran cantante de ópera. Elfrida llegó a Estocolmo a los catorce años y en 1857 logró el título de organista, fue una de las primeras mujeres de Suecia en lograrlo. El trabajo de organista estaba reservado a los hombres, pero Elfrida Andrée logró que cuatro años más tarde la ley fuera cambiada. En 1867 consiguió ocupar el cargo de organista en Göteborg, después de competir con siete hombres. Con ello se convirtió en la única organista de Europa.
Es una de las escasas mujeres compositoras que se atrevió a escribir una forma sinfónica. En 1869 su “Primera Sinfonía” fue interpretada en Estocolmo. La audición se convirtió en un fracaso debido a la gran cantidad de errores producidos en las copias. A partir de 1871 empezó su colaboración con la Orquesta de Göteborg, que interpretó muchas de sus composiciones sinfónicas.
La “Sinfonía Nº 2 en la menor” fue terminada en el mes de agosto de 1879, por lo cual la orquesta de su ciudad ya no pudo interpretarla. La obra no se estrenó hasta el año 1893, obtuvo un reducido éxito, en parte por su condición de mujer. No se le permitió salir a saludar, a pesar de los aplausos del público, ni el director repitió su último movimiento, como era costumbre en la época. Al año siguiente recibió el segundo premio de composición en un concurso celebrado en Bruselas.
Si su obra la hubiera compuesto un hombre, seguramente podría haber estudiado en los mejores conservatorios europeos, dirigido orquestas y encontrarse en igualdad con los compositores masculinos. Elfrida tuvo que contentarse con escuchar conciertos, estudiar partituras y por suerte, debido a su carácter resolutivamente feminista, poder practicar en el gran órgano de la catedral de Göteborg. No es de extrañar que la influencia del órgano se note en ciertos pasajes de su sinfonía.
Uno de los mayores éxitos de la compositora fue lograr interpretar el preludio de su ópera y su “Sinfonía Nº 2 en la menor” en un concierto sinfónico que tuvo lugar en Dresden en 1904. Era la primera vez que se escuchaba a una mujer dirigir sus propias obras orquestales.
El hecho de que no existieran ni mujeres compositoras orquestales, ni mujeres directoras de orquesta, le producía el sentimiento de discriminación de la mujer. En una sociedad libre, no podía haber diferencias de derechos, ni de oportunidades, motivadas por el sexo. Estos ideales defendidos en el campo de la música sinfónica, se pueden aplicar todavía actualmente. Casi cien años después de sus declaraciones, las cosas no han cambiado demasiado.
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