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No conozco a Eva Rodríguez, pero quiero decirle públicamente gracias por hacernos sentir que ha valido la pena. Su excelente trabajo periodístico mejora muchísimo la vida de las universitarias y de quienes hemos respondido a las demandas de apoyo de las que estaban sufriendo acoso sexual.

En más de treinta años, han sido muchas las noches de amenazas de muerte de madrugada, muchos los concursos de plazas universitarias donde cómplices de los acosadores suspendían a víctimas por haber denunciado, demasiadas las calumnias diseminadas por las redes y por el periodismo amarillo, durísimas las situaciones en que veíamos que la persecución que sufríamos afectaba también a familiares y amistades.

La violencia de género aisladora es cruel con todas las personas que no son insolidarias, incluso con las propias víctimas a las que damos el apoyo que nos piden. Leer, pensar y sentir una y otra vez cada palabra del reportaje de esta periodista conlleva emociones y recuerdos de unas situaciones que todo el mundo hemos vivido, también quienes han mirado para otro lado para no enterarse, para no arriesgarse, para no recibir ninguna molestia.

La ciencia y la sociedad necesitan periodistas como Eva Rodríguez, con una inteligencia y corazón que les permite querer adentrarse en las profundas mejoras que hemos conseguido con unas acciones tan altruistas que benefician incluso a las hijas y nietas de los acosadores.

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