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Los agresores sexuales usan como una de sus armas hablar de la supuesta vida sexual de sus víctimas. Incluso en algunos casos de manadas, los violadores han hecho públicamente esos comentarios sobre sus víctimas y de las personas que más las apoyaban. En Omertá 11 publicamos un caso muy claro de esta situación que sirve para ejemplificarla.

Esa actitud nos retrotrae a la las dictaduras donde la condena de una violación dependía de si la víctima había ejercido previamente su libertad sexual con un hombre, con muchos o con ninguno. Ha costado siglos conseguir la libertad sexual que hoy ya está incluida en las constituciones de las democracias. Haber tenido más o menos relaciones sexuales, un tipo de prácticas sexuales u otras no puede ser ni mencionado, lo único que importa no es la cantidad y su diversidad, sino solo si son consentidas o no. Hacer públicas las relaciones sexuales de otra persona, sean ciertas o no, es acoso sexual; decir o insinuar que no han sido consentidas es acoso sexual grave si no se demuestra con evidencias el no consentimiento.

Ha sido una lucha histórica de mujeres y hombres acabar con los ataques machistas que defendían desde lo más rancio que las mujeres no pueden conseguir nada por si solas. Si no se someten al apetito sexual de algún abusador. Muchísimas mujeres han roto con este insulto defendiendo su libertad y su valía. Se trata de un ataque que nos envía a las mujeres de vuelta a una edad media donde no había libertad sino derecho de pernada.

En segundo lugar, hay pocas cosas más machistas que un hombre alfa atacando a otros (Nuevas Masculinidades) por posicionarse contra el acoso sexual y la violencia. La rabia que les genera el atractivo y la valentía de los que se posicionan les deja en un puesto muy ridículo y rancio de su masculinidad tóxica.

Por último, y no menos importante, el ataque a la libertad sexual constituye un punto de retroceso enorme tanto si se ejerce hacia hombres como a mujeres. Preguntar, cuestionar, meterse en la vida sexual de otros/as es el ataque más cruel y denigrante que se puede hacer, poniendo el foco en el morbo más asqueroso. Lo que no saben quienes lo ejercen es que indirectamente se delatan en una profunda frustración.

Quienes no actúan contra esos tuit acosadores, quienes miran para otro lado, son cómplices de los acosadores, Por suerte, hay cada vez más personas que toman una postura activa, que hacen lo que todo el mundo dice que hay que hacer.

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