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La escuela había pasado en un solo año de los resultados del nivel más bajo de su Comunidad Autónoma a superar la media (ver gráfico). Una pequeña parte del claustro se enfrentó al equipo directivo y utilizaron como arma principal al centro de investigación que les asesoraba, llegaron a argumentar que, si seguían logrando mejoras, la administración acabaría quitando los recursos que recibían precisamente por tener malos resultados.

Al publicarse esta información en otros medios, el DF ha recogido testimonios que desvelan un tema importantísimo para cualquier feminista: la Violencia de Género Aisladora (VGA). Esa pequeña proporción de profesorado no hubiera logrado su objetivo de volver a los malos resultados si no hubiera sido por su alianza con acosadores sexuales de la universidad y sus cómplices. La primera profesora que se puso nerviosa con esa mejora reconoció por escrito que buscó en internet alguna cosa que pudiera ayudarla en su objetivo. Allí encontró las calumnias que los acosadores habían vertido contra las víctimas de violencia de género de la universidad y el profesorado que las apoyó. Rápidamente maestra y acosadores se pusieron en contacto por las redes y después ya presencialmente. 

El momento era proclive para destruir esa mejora porque autoridades universitarias habían decidido reintegrar en su puesto al catedrático español que más denuncias ha recibido y volverle a proporcionar contacto y poder sobre el alumnado. Conjuntamente lanzaron con más fuerza que nunca una gran difusión de las calumnias que había inventado un profesor que forzaba sexualmente a alumnas menores de edad a quienes daba clases particulares. Con esa campaña, lograron que el debate de la escuela dejara de hablar de las mejoras conseguidas y cómo consolidarlas y alimentarlas y pasara a centrarse en las calumnias creando una división y enfrentamiento entre dos sectores del claustro y de la propia comunidad educativa que hizo imposible consolidar la mejora de la convivencia que también se había logrado.

Ese sector del profesorado, los acosadores universitarios y sus cómplices celebraron con mucha satisfacción lo que consideraron una gran victoria. Sin embargo, las transformaciones universitarias y sociales iniciadas por el movimiento Metoo Universidad lograron en los años posteriores cambios que hacen imposible la impunidad de entonces hacia hechos tan graves. Las niñas y niños tuvieron durante ese corto periodo de tiempo unas mejoras que no desaparecieron del todo y que en muchos casos han quedado como un referente que nadie les podrá quitar y les está ayudando mucho en sus vidas.

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