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Un chico de 27 años le dijo a una chica diez años menor delante de muchas personas a quienes ella desconocía: “si no te masturbas es que no tienes ni idea de sexo, alguien tendrá que enseñarte”. Esta frase que duró pocos segundos marcó los próximos años de la joven. Una enorme sensación de desconocimiento e inseguridad la envolvieron haciéndola cada vez más pequeña delante de aquel supuesto “experto sexual”. Esa frase demoledora tenía más efecto por las infinitas preguntas que ella recibió desde que iba a infantil “¿qué niño te gusta?, ¿ya tienes novio?, ¿os habéis dado un beso?…”  

A todo esto, se sumaba a su recuerdos y sentimientos aquel día cuando ella con 6 años estaba en el parque y un señor les había mostrado sus partes invitándolas a acercarse para aprender sobre sexo, aquel momento en que a los 15 explicó que le gustaba un chico y la respuesta fue “¿ya estás preparada?. Piensa que aún no sabes si puedes ofrecer todo lo que él querrá” , o aquellas preguntas reiteradas como “¿ya lo habéis hecho?, ¿te ha dolido?, ¿aún no lo habéis hecho?, si no te lanzas ya se buscará a otra, ¿cómo sabes que te gusta si no lo habéis hecho?…”. 

Una coacción sexual impulsada desde varios ámbitos como los espacios socio-educativos como escuelas y centros extraescolares, la familia, las “amistades” o los medios de comunicación, en el que personas con una idea del sexo contraria a las evidencias científicas y similar a la pornografía deciden ponerse el sombrero de “expertos” sexuales y se creen con el derecho de machacar las vidas de las niñas y los niños, su adolescencia y futuras relaciones sexuales.

Entender el sexo como algo impuesto, marcado, dirigido, es un atentado contra la libertad sexual y a favor de la peor de las coacciones, además de impedir la satisfacción, el placer. Empujar a las niñas pre-adolescentes a sentir que para gustar, divertirse, crecer, tienen que someterse a las coacciones de todo el entorno es atentar contra su capacidad de ejercer su libertad, de decidir libremente cuándo y con quién. 

Los cursos y formaciones que se están desarrollando en algunos centros educativos caen en la práctica más ridícula y machista, con discursos falocentristas, que conducen a chicas y chicos a creer que formas de tener sexo solo hay dos, la penetración o la masturbación. Imposibilitan cualquier opción de libertad, de imaginación o de elección, sin pensar que solo cinco minutos de un sexo abusivo están acabando con los sueños y la vida de muchas chicas y chicos.

Al cabo de un tiempo, la chica, que ya tenía 25 años, se dio cuenta que aquel falso experto sexual en realidad no tenía ni idea de sexualidad y coaccionaba son sus ideas a los demás. Su comportamiento con las chicas daba un profundo asco. También se enteró de que muchas de las personas que la presionaron para que tuviera sus primeras relaciones sexuales a pesar de no desearlas, ocultaban muchas frustraciones sexuales no resueltas y de que, aquel señor del parque la quería forzar a introducir sus partes dentro de un preservativo, igual que las educadoras que habían ido a hacer talleres de sexualidad en la escuela.

Las evidencias científicas internacionales aportadas por el feminismo y las nuevas masculinidades contrarrestan desde hace décadas el bombardeo que genera este acoso ambiental ante el que es muy difícil no sucumbir. Es urgente en nuestras sociedades acabar con la coacción que rompe con brutalidad la libertad sexual de las chicas y chicos y las acaba sometiendo a las peores relaciones. Sin olvidar que la investigación hace años ya apuntó que es la primera relación afectivo sexual la que determina nuestras relaciones futuras, configurando nuestro deseo. Esta evidencia hace imprescindible que la educación sexual sea basada en los principios de la libertad sexual al contrario de cómo se está haciendo en muchos contextos hoy en día. Muchas chicas que consiguen romper con esta socialización coaccionadora que las ha sometido durante años, descubren entusiasmadas que “¡el sexo era esto!” placer, libertad, deseo, amor, diversión, alegría, encanto, pasión, y piensan “¿por qué no lo había descubierto antes?”. Muchas otras chicas y chicos crecen en entornos donde no existen las coacciones y desde que son pequeñas y pequeños van eligiendo con libertad sus gustos, sus deseos, sus sueños, haciendo que, cuando llegue el momento, escojan libremente con quién, cuándo, cómo, dónde y porqué.

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