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Los medios de comunicación y las redes sociales están hablando mucho del consentimiento y eso en principio es muy positivo tanto como apoyo a la futbolista como a todas las mujeres a quienes se roban besos y tocamientos en el deporte, en la marcha nocturna y en todo tipo de ambientes. Sin embargo, casi siempre se obvian las evidencias científicas internacionales sobre consentimiento, con lo cual se cae inevitablemente en bulos que limitan y perjudican los avances.

En el artículo científico, publicado en una revista top, se clarifican los dos modelos (prohibición o regulación) que se aplican en contactos de signo sexual (incluido el beso en la boca, llame como se llame) cuando entre las personas hay relaciones de poder institucional o de otro tipo. El modelo de prohibición condena cualquier tipo de contacto sexual por ejemplo entre un profesor universitario y su alumna, incluso aunque ella diga que ha estado de acuerdo; se considera que esa es la única forma de evitar que haya relaciones en las que las alumnas se sientan forzadas por sus profesores. Está claro que, desde este modelo de prohibición, la actuación de Rubiales es claramente condenable y debe tener consecuencias ya que ocupa un puesto de poder sobre las jugadoras. Teniendo debidamente en cuenta la globalidad de dimensiones de los actos comunicativos, y no solo los actos de habla, no importa el intercambio de palabras que haya habido, es una relación prohibida.

El modelo de regulación considera que entre dos personas mayores de edad siempre puede haber relaciones consentidas, aunque haya relaciones de poder entre ellas y, por lo tanto, no las prohibe. Sin embargo, si la persona que ocupa la posición inferior en la relación de poder (alumna-profesor, jugadora-presidente) denuncia, automáticamente se declara culpable a la otra. También en este caso, teniendo debidamente en cuenta la globalidad de dimensiones de los actos comunicativos, y no solo los actos de habla, no importa el intercambio de palabras que haya habido, es una relación prohibida.

La aplicación al caso Rubiales es bien clara. En ambos modelos (prohibición y regulación) su actuación es condenable. No hay que poner la lupa para analizar los movimientos corporales que ambos hicieron o las palabras que pronunciaron, el caso ya está claro. Lo que están haciendo algunos en medios y redes sociales presentando detalles que en su valoración negacionista introducen la duda de si hubo o no consenso va contra las evidencias científicas y es una revictimización.

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