Hace poco fui al cine a ver la esperada película de Barbie. Fuimos en familia, madre, padre, hija e hijo, todos con ganas de disfrutarla y después dialogarla. Dos familias parecidas a la nuestra se encuentran en las filas de detrás de nosotros. Con sorpresa y algo de nerviosismo le dice un padre al otro: “No le diremos a nadie que nos hemos visto aquí”, y este comentario me sitúa en otra coyuntura, en otra mirada muy diferente a la nuestra. Nosotros cuatro íbamos con la idea de que, como mínimo, no nos dejaría indiferentes, y así fue, y también que generaría diálogos, y así fue. Uno de los diálogos que surgió en mi familia es el que se desprende de la historia del personaje de Ken, trama que adquiere mucha importancia durante la película y que abre un debate sobre la masculinidad del compañero de Barbie.
- ¿Qué te ha parecido Ken? – le pregunté a mi hijo después de haberla visto.
- Es muy inseguro.
- Pero ¿al principio o al final? – le pregunté, ya que hay un cambio y evolución muy notable de la actitud del Ken inicial al de la segunda parte y al del final del film.
- Siempre – me contesta (con seguridad)
En esta sección y en artículos de referencia, hablamos de las masculinidades tradicionales como las dos caras de la misma moneda, la dominante y la oprimida. La primera, aparentemente segura y capaz de ejercer el desprecio y la violencia para sentirse superior; la segunda, inactiva ante las injusticias y las desigualdades. El primer tipo, el dominante, está cómodo con la desigualdad y se beneficia de ella, la justifica; el segundo tipo, el oprimido, es incapaz de oponerse a la violencia y la desigualdad y permite ambas cosas. Las dos contribuyen a perpetuar las desigualdades.
Y así es el personaje que se nos muestra en la peli, así son los Ken de la película, un ir y venir entre las dos masculinidades tradicionales sin que aparezca la alternativa. El personaje de Ken no es un Nueva Masculinidad Alternativa (NAM), ni tiene actitudes NAM. Ni al principio, más cerca de la Masculinidad Tradicional Oprimida (MTO), ni en la segunda parte, una Masculinidad Tradicional Dominante (MTD) de manual, orgulloso de estar en la cima del atractivo que viene de la violencia. Tal vez, si hay una segunda parte, y ha seguido los consejos de Barbie, pueda llegar a serlo, porque es con diálogos profundos y con verdaderas amistades que podemos emprender el camino de la transformación y poner las NAM en el horizonte.
Evitando el spoiler (porque la trama principal versa sobre ella, sobre Barbie) solo diré que es al final, con la ayuda de ella, cuando Ken tiene una pista para encontrar esa seguridad de la que carece y que le dotará de atractivo, fuerza y valentía.
¿Qué pensarían los dos padres que se encontraron en el cine avergonzados de la película que iban a ver? ¿Con qué opción que plantea Ken se quedarán? ¿Conocerán una alternativa? Si hay que elegir entre las dos caras de la misma moneda, la elección es desmotivadora y jamás será transformadora. Conociendo las evidencias de impacto social sobre masculinidades, conoceremos la verdadera alternativa a esta masculinidad tradicional.
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