El pasado 12 de agosto UNESCO conmemoró el Día Internacional de la Juventud, fecha que se visibiliza desde que la Asamblea General de las Naciones Unidas suscribió la Recomendación 54/120 aprobada por la Conferencia Mundial de Ministros Responsables de la Juventud en 1999. Un documento que, junto con la Resolución 2250 del Consejo de Seguridad sobre la Juventud, la Paz y la Seguridad, abordan la importancia de involucrar a los jóvenes y contar con sus voces en la toma de decisiones y la construcción de un mundo más seguro y libre de violencia.
La comunidad internacional ha reconocido en diversas ocasiones la necesidad de promover la participación activa de los jóvenes en los asuntos sociales, económicos y políticos y así lo recoge también la citada Recomendación 54/120 que destaca la importancia de incluir su voz brindándoles las oportunidades que sean necesarias para que puedan expresar sus opiniones y contribuir a la toma de decisiones. Se necesitan por lo tanto, políticas y programas como el que UNESCO ya viene desarrollando Por los jóvenes, con los jóvenes y para los jóvenes, para que esta participación se haga efectiva y real y la juventud pueda ser artífice de sociedades más inclusivas y resilientes.
Además es de vital importancia que las personas jóvenes y futuros líderes del mañana sean una fuerza promotora de la paz y la seguridad a nivel internacional. La Resolución 2250, reconoce su papel clave en la prevención y resolución de conflictos así como en la transformación social y la consolidación de la paz tras ellos. Es muy importante incluir a la juventud que experimenta situaciones o sobrevive en contextos de conflicto y posconflicto como son la violencia, el reclutamiento forzado y la falta de oportunidades económicas y educativas, y que no sean percibidos únicamente como víctimas, sino como agentes de transformación social y sobretodo con capacidad para contribuir en la construcción de la paz y un mundo seguro y libre de violencia.
Así pues, el reconocimiento e inclusión de la juventud en la erradicación de la violencia no sólo es un deber ético y algo que deberían hacer efectivo las sociedades sino que es también una estrategia inteligente de cara a la construcción de un futuro más libre, justo e igualitario para todas las personas y la colaboración entre gobiernos, organizaciones internacionales y las comunidades es esencial para lograr que sea una realidad.
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