El libro La sociedad dialógica de Ramón Flecha está lleno de regalos, y el concepto de “celos éticos” es uno de ellos. Es extremadamente útil para entender situaciones que son muy habituales. Flecha se refiere a la envidia que sienten algunas personas cuando hay otras personas o grupos que actúan éticamente y consiguen ser exitosos en términos sociales, económicos o de atractivo. Hay personas envidiosas que lo que menos pueden aguantar es que alguien pueda tener éxito siendo éticamente correcto. Este tipo de envidia no se dirige contra quienes se perciben como superiores desde el inicio sino contra aquellas personas percibidas como iguales o inferiores y que llegan a tener más éxito. Es especialmente intensa la envidia que sienten algunas personas contra aquellas que percibían como inferiores en el pasado y perciben ahora como más exitosas. Las personas envidiosas se sentirían más sosegadas si quienes actúan éticamente no salieran de la “friendzone”, si fueran socialmente percibidas como majas o majos pero sin éxito, pero cuando éstas se ven también como atractivas, la envidia empieza a corroer a ciertas personas.
Cuando alguien siente celos de este tipo, lo más probable es que no lo diga abiertamente. Todo lo contrario. A la persona envidiosa le gustaría ser como la persona que envidia, pero en vez de ponerse las pilas e intentar mejorar, es habitual que esta persona envidiosa se dedique a diseminar mentiras malintencionadas contra quien se ha comportado siempre éticamente. Y en este contexto, las personas envidiosas suelen recibir apoyo desde estructuras de poder o desde el discurso dominante. Las personas que se sitúan en las estructuras de poder o son seguidoras de los discursos dominantes tienden a creerse estas mentiras, aunque no tengan ningún indicio más que las falsedades que una y otra vez intenta difundir esta persona carcomida por la envidia. Estas son las fuerzas que más dificultan la mejora de las sociedades. Son enormemente destructivas tanto para quien siente la envidia como para quienes sufren los ataques.
Flecha, en su libro, también muestra la solución: este tipo de envidia se supera mediante la transparencia y apoyando y premiando a las buenas personas.
En Otelo, de William Shakespeare, Yago no puede soportar que Otelo haya conseguido tener éxito, en general, pero, sobre todo, no aguanta que Desdémona esté enamorada de Otelo. Impulsado por la envidia, Yago empieza a mentir a diestro y siniestro, y Otelo, acomplejado e inseguro, incapaz de identificar quién se comporta cómo, cae en la red de mentiras tejida por su alférez. Este tipo de hombres no son capaces de contribuir a superar los problemas suscitados por la envidia ética.
Alfabetizar la mirada es fundamental para aquellos hombres que realmente quieren contribuir a superar estas situaciones. Hay que ser capaz de identificar lo que se tiene enfrente. El que no lo quiera ver, no lo podrá ver, por supuesto, pero las Nuevas Masculinidades Alternativas siempre se posicionan contra la violencia, se asocian con otras personas que se posicionan contra la violencia, y siempre apoyan a las víctimas. Para poder hacerlo bien, es necesario ser capaz de identificar los celos éticos y las situaciones que se generan en torno a ella.
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