La guerra de Ucrania ha desplazado a casi 8 millones de personas que han encontrado refugio en diferentes países de Europa, 9 de cada 10 son mujeres, niñas y niños; casi 4 millones son niños y niñas que necesitan ayuda humanitaria, y se estima que la tercera parte son menores de 6 años. De estos, solo 1 de cada 3 acceden a la educación infantil. Estos datos visibilizan la necesidad de expandir y fortalecer los sistemas de educación a la primera infancia para asegurar el acceso y garantizar su inclusión en la comunidad de acogida. El informe Building bright futures [Construyendo futuros brillantes] publicado por UNICEF, proporciona recomendaciones a los responsables políticos sobre cómo hacerlo posible.
En los espacios de Educación y Atención a la Primera Infancia (ECEC por sus siglas en inglés) las familias refugiadas pueden compartir con las no refugiadas metas, aspiraciones y expectativas comunes para sus hijas e hijos, recibir servicios integrados que contribuyen a reducir los riesgos que afrontan, establecer vínculos y ofrecer su capital humano a las sociedades de acogida. Además, los servicios de ECEC contribuyen al bienestar familiar proporcionando apoyo psicológico a las madres, padres y personas cuidadoras. Las familias participan en actividades basadas en una visión compartida de apoyo al aprendizaje y desarrollo infantil, lo que ayuda a superar prejuicios y barreras culturales. Mientras sus hijas e hijos son atendidos, aumentan las oportunidades para encontrar trabajo o acceder a servicios de protección social. Las inversiones en ECEC siempre proporcionan beneficios sociales, habiéndose comprobado que cada dólar invertido produce un rendimiento de 9 dólares a la sociedad, como muestran las investigaciones de UNICEF.
Entre las consideraciones que el informe proporciona para fortalecer los sistemas de educación a la primera infancia se recomienda incluir a las personas refugiadas en los planes nacionales y locales, legislación y bases de datos de los principales ministerios responsables de la educación infantil para evitar así que sean excluidos de estos servicios y derechos. Es importante flexibilizar los requisitos de acceso ampliando el plazo para presentar la documentación o certificados médicos, como se hace en Francia y en Finlandia. Relajar también las políticas de contratación posibilita que los y las profesionales de la educación procedentes de las comunidades refugiadas, puedan formar parte de las plantillas de los centros de educación infantil, contribuyendo así a enriquecer su diversidad y aportando un sentido de familiaridad y seguridad a la infancia refugiada.
Dado que el acceso a la educación infantil formal no es universal en muchos países, los programas no formales son una alternativa que ofrece a los niños y niñas refugiadas y no refugiadas, la posibilidad de aprender, jugar e interactuar, contribuyendo además a facilitar su futura transición a la educación formal. Estos programas deben ser integrales de manera que aglutinen diferentes servicios para la atención a las necesidades de la infancia refugiada. Los y las profesionales de la educación infantil juegan un papel fundamental en el aprendizaje y la atención a las necesidades emocionales y sociales de los niños y niñas que han escapado de la guerra. Es preciso asegurar que tienen la formación adecuada para ayudar a su inclusión en la comunidad de acogida y hacerles sentir que han llegado a un lugar donde se les valora y pueden sentirse seguras junto a sus compañeros y compañeras. La creación de un entorno rico y plurilingüe facilita la comunicación entre los niños y niñas refugiadas y no refugiadas, lo cual trasciende a sus familiares que al mejorar su nivel de competencia en la lengua de acogida, se sienten más capaces de encontrar trabajo contribuyendo a su inclusión y sentido de pertenencia. Todas las culturas y lenguas han de ser respetadas y valoradas en los entornos de educación infantil. Las y los profesionales tienen que recibir apoyo para organizar actividades que posibiliten la participación de las familias en actividades curriculares y extraescolares.
Estas y otras medidas inclusivas que también se han publicado en este medio, facilitan la cohesión social promoviendo interacciones para crear un sentido colectivo de solidaridad y comunidad; enriquecen la comunicación y el apego entre iguales, desarrollando un sentido de pertenencia y seguridad para afrontar situaciones traumáticas, y co
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