En algunos entornos existe la sensación que ser crítico, inteligente y progresista es sinónimo de ser pesimista. Criticar al poder o la clase política sin dar alternativas, que según estas personas nos controlan y nos oprimen, es la excusa perfecta para la inacción. Para alguna gente hasta resulta atractivo este tipo de posicionamiento porque se asocia con la inteligencia. De la misma forma, cuando eso no es así, cuando existe el optimismo de que las desigualdades se pueden cambiar y la transformación social es factible, existe un ataque acientífico y retrogrado que a menudo se asocia también con el atractivo. Así, en ocasiones se nos llama a estas personas como ingenuas, simplonas y que creemos en un mundo “Disney” que es imposible de conseguir. De todos modos, es tan grande la mediocridad de quiénes hacen estas críticas que no son conscientes, por ejemplo, que la literatura científica ya apunta que las películas de Disney actuales están favoreciendo la conducta prosocial de los niños y las niñas. Demostrando que estas películas están haciendo mucho más para la sociedad de lo que ellos y ellas han hecho nunca.
Recientemente he podido asistir a una conferencia donde se han explicado diferentes actuaciones que están mejorando, incluso salvando, la vida de muchas personas. Cuando yo empecé mi carrera universitaria eso era lo que más me motivaba: poder escuchar, conocer y participar en acciones que transformaran la realidad. Muchos de mis compañeros – chicos – en esa época pensábamos igual y se nos iluminaba la cara cuando en clase se discutían este tipo de cosas. Sin embargo, el otro día, ninguno de ellos estaba en esa conferencia. Los motivos los desconozco y se podrían hacer conjeturas sin validación alguna. De todos modos, sí que he podido ver a estas personas en Congresos con conferenciantes mediocres que no aportaban ningún dato de mejora, aunque iban de críticos y críticas sin proporcionar ninguna evidencia científica de impacto social. Como plantea la sociología dialógica, cuando el mundo del sistema coloniza el mundo de la vida las personas pueden utilizar un sinfín de argumentaciones para deslegitimar y quitar atractivo a aquellas que están cambiando la sociedad. Paulo Freire es un buen ejemplo de ello ya que recibió muchos ataques de “algunos y algunas intelectuales” por su optimismo y esperanza para logar un mundo mejor.
Por suerte, las Nuevas Masculinidades Alternativas no hemos caído en ese sin sentido y mediocridad a la que han sucumbido muchos chicos y hombres. Las NAM son optimistas porque es lo más inteligente y útil para cambiar la sociedad y ello también les hace conscientes de las dificultades para conseguirlo. Su interés por la ciencia y las explicaciones profundas sobre las problemáticas les aleja absolutamente de la ingenuidad. Y además todo ello les hace mucho más atractivos, algo al que ya no pueden aspirar las personas que desde su crítica inocua no aportan nada ni a la ciencia ni a la humanidad.
Director de la revista científica Masculinities and Social Change
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