Auge de calor, de tormentas, e inundaciones, el cambio climático está ahí de la mano de una humanidad imprudente y hedonista. Ante unos hechos incuestionables, aplicación de medidas urgentes para paliar el desatino. No podemos seguir emitiendo CO2 sin freno, la transición energética es perentoria. ¿Es, sin embargo, inocua?
No cabe ignorar que las energías renovables requieren el uso de minerales que escasean. Para los coches eléctricos, por ejemplo. No contaminarán, pero habrán consumido tantos recursos que habrán despojado a las futuras generaciones. ¿De dónde venimos, hacia dónde vamos? Existe un esfuerzo por reciclar, pero no todo es reciclable. Los vertederos rebosan de materiales no reutilizables. Nos ahogamos en desechos a la vez que agotamos la naturaleza.
Podríamos atenernos a otra forma de vida, adherirnos a la frugalidad. Menos consumismo, puesto que no es la acumulación de bienes la que necesariamente da la felicidad. Una idea antisistema, sí, pero al alcance de las personas que quieran sentirse libres. En sus actos y sin cargos de conciencia en cuanto al mundo legado a sus descendientes.
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