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Matilda Joslyn Gage. Wikipedia

En el tranquilo suburbio de Siracusa, Fayetteville, la historia del centro de Nueva York en el siglo XIX permanece oculta bajo su tranquila fachada. Esta región fue un hervidero de activismo, donde abolicionistas, defensoras de la templanza, reformadoras de prisiones, educadoras progresistas y, sobre todo, defensoras de los derechos de la mujer sentaron las bases de movimientos nacionales. Mientras que Elizabeth Cady Stanton y Susan B. Anthony se han convertido en nombres muy conocidos por su liderazgo en la Asociación Nacional del Sufragio Femenino (NWSA), la tercera sufragista del centro de Nueva York, Matilda Joslyn Gage, estuvo a punto de caer en el olvido, principalmente por su radicalismo.

A diferencia de sus homólogas más conocidas, la visión de Gage iba más allá del sufragio femenino. Luchó por los derechos de todas la spersonas estadounidenses, incluidos afroamericanas e indígenas. Sin miedo a desafiar los cimientos de la sociedad estadounidense, Gage fue autora del mordaz libro “Mujer, Iglesia y Estado” en 1893, en el que argumentaba que el cristianismo organizado había oprimido a las mujeres durante siglos. Estas ideas poco convencionales llevaron a muchas sufragistas a distanciarse de ella, como informa la BBC.

Sin embargo, la obra de Gage encontró nueva vida décadas después. La reedición de su libro en 1972 inspiró a una nueva generación de activistas. La filósofa feminista Mary Daly aclamó a Gage como una importante teórica e historiadora feminista radical. Otras feministas destacadas, como Gloria Steinem, reconocieron el espíritu pionero de Gage. Esto provocó la creación de la Fundación Matilda Joslyn Gage, ubicada en la antigua casa de Gage en Fayetteville.

La fundación, establecida por Sally Roesch Wagner, pretende preservar el legado de ideas progresistas y tácticas poco convencionales de Gage. Gage desafió las normas sociales a través de sus escritos, como “La mujer como inventora”, que destacaba las contribuciones de las mujeres a menudo pasadas por alto en la historia. Las audaces protestas de Gage incluyeron blandir un megáfono para denunciar a la Estatua de la Libertad como símbolo de la libertad femenina mientras se negaba a las mujeres el derecho al voto.

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