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La denuncia del robo masivo de ayuda alimentaria en Etiopía precisamente a las personas más pobres del país necesita resolverse urgentemente.  Tal y como se publica en The Guardian

Casi dos millones de personas desplazadas por la reciente guerra en la región nororiental de Tigray en Etiopía,  dependen de los granos distribuidos por agencias humanitarias, pero  las entregas de alimentos se detuvieron después de que los trabajadores de ayuda descubrieran un esquema a nivel nacional para robar los suministros destinados a las personas hambrientas.

El Programa Mundial de Alimentos (PMA) de la ONU y la Agencia de los Estados Unidos para el Desarrollo Internacional (USAid) todavía están recopilando información sobre la cantidad de alimentos robados. Si bien es posible que nunca se conozca la verdadera magnitud, los trabajadores de ayuda informados sobre los hallazgos iniciales de la investigación de USAid afirman que la agencia cree que este podría ser el mayor robo de alimentos humanitarios de la historia y que altos funcionarios del gobierno etíope están involucrados en él.

Sea quien sea quien está perpetrando estos robos, debe denunciarse como acto miserable, robar a las personas en extrema pobreza, es absolutamente cruel y ridículo.   Aún así, es necesario buscar soluciones alternativas a retirar la comida, puesto millones de etíopes se han quedado sin la única ayuda que recibían para poder sobrevivir y el hambre se ha vuelta severa desde la retirada de alimentos.

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