
Un equipo de antropólogas de las universidades de Washington y Seattle Pacific, en Estados Unidos, ha examinado exhaustivamente las bases de datos etnográficas en busca de información sobre la caza en sociedades tradicionales actuales o que existieron hasta hace poco tiempo, como los iroqueses, apaches y otros nativos norteamericanos. Inicialmente, se seleccionaron casi 400 culturas, pero posteriormente se redujo la muestra a 63. Este ajuste se realizó con el objetivo de enfocarse específicamente en estudios que proporcionaran un detallado análisis del comportamiento y las estrategias de caza. Aquellos registros que carecían de tablas, estadísticas o detalles concretos fueron excluidos del estudio, según explica Cara Wall-Scheffler, una de las coautoras del estudio.
Las autoras recientemente han publicado su artículo «The Myth of Man the Hunter: Women’s contribution to the hunt across ethnographic contexts» en PloS One con las evidencias empíricas encontradas que muestran un giro en la historia tal y como se había contado hasta ahora, superando así un estereotipo de género perpetuado hasta esta semana.
La división sexual del trabajo entre las poblaciones humanas recolectoras ha sido tradicionalmente reconocida como la participación de los hombres como cazadores y las mujeres como recolectoras. Sin embargo, investigaciones arqueológicas recientes han cuestionado este paradigma, presentando evidencia de que las mujeres cazaban a lo largo de la historia de la especie Homo sapiens, aunque muchas personas autoras sostienen que esta práctica solo ocurrió en el pasado.
La investigación recopila datos de la literatura etnográfica para investigar la frecuencia de la caza por parte de las mujeres en las sociedades recolectoras en tiempos más recientes. La evidencia de los últimos cien años respalda los hallazgos arqueológicos del Holoceno, demostrando que las mujeres de diversas culturas han cazado intencionalmente para su subsistencia. Estos resultados buscan modificar el paradigma del cazador masculino y recolector femenino, reconociendo el importante papel que las mujeres tienen en la caza y, de esta manera, modificando drásticamente los estereotipos de trabajo y movilidad.
Los datos fueron recopilados de la literatura sobre sesenta y tres sociedades recolectoras de diferentes partes del mundo. Estas incluyen diecinueve sociedades recolectoras de América del Norte, seis de América del Sur, doce de África, quince de Australia, cinco de Asia y seis de la región oceánica (Figura 1 y Tabla 1). De las 63 sociedades recolectoras diferentes, en 50 (79%) de los grupos se documentó la participación de las mujeres en la caza. De las 50 sociedades que tenían documentación sobre la caza de las mujeres, en 41 se registró si la caza era intencional u oportunista. En las sociedades donde las mujeres cazaban intencionalmente, se cazaban presas de todos los tamaños, siendo las presas grandes las más perseguida
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