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Helen Adams Kellen con Anne Sullivan, Wikipedia

Helen Adams Keller (Tuscumbia, Alabama, 27 de junio de 1880-Easton, Connecticut, 1 de junio de 1968) falleció hace 55 años dejando atrás un pasado como escritora, oradora y activista política que reivindicó por su condición las condiciones de vida de las personas sordociegas estadounidenses. A raíz de sufrir una grave enfermedad a los 19 meses de vida perdió totalmente su visión y la audición, pero esta dificultad no frenó los intentos de sus padres para que aprendiera y progresara. Así fue como a los siete años sus padres decidieron buscar una instructora y fue así como el Instituto Perkins para Ciegos les envió a una joven especialista, Anne Sullivan, que se encargó de su formación y logró un avance en la educación especial. Anne vivió toda su vida junto a Helen hasta su muerte en 1936. Sullivan acompañó a Keller durante cuarenta y nueve años. En mayo de 1888, ambas se trasladaron al Instituto Perkins para Ciegos en Boston. Ahí, Helen entabló amistad con todos los niños ciegos: «me sería imposible expresar cuánta fue mi alegría, viendo que todos comprenden el alfabeto manual», confesó en su autobiografía. Además, aprovechó su estadía para visitar Bunker Hill, donde recibió su primera lección de historia.

Gracias a los apoyos de Anne, se graduó en la escuela secundaria de Cambridge y posteriormente ingresó en el Radcliffe College, donde recibió una licenciatura, convirtiéndose así en la primera persona sordociega en obtener un título universitario en Estados Unidos.​ A lo largo de toda su vida redactó múltiples artículos y más de una docena de libros sobre sus experiencias y modos de entender la vida, entre ellos La historia de mi vida (1903) y Luz en mi oscuridad (1927). A través de su literatura se convirtió en una reconocida activista y filántropa recaudando fondos para la Fundación Americana para Ciegos, fue miembro del Industrial Workers of the World​ —donde escribió desde 1916 a 1918— y promovió el sufragio femenino, los derechos de los trabajadores, el socialismo y otras causas relacionadas con la izquierda, además de ser una figura activa de la Unión Estadounidense por las Libertades Civiles tras cofundarla en 1920. 

En su libro, La historia de mi vida escribía:

«Entre no ver y no oír sin ninguna duda es mucho peor no oír pues no ver te incomunica con los objetos pero no oír te incomunica con las personas y eso te convierte en un objeto… No puedo hacer todo, pero aun así puedo hacer algo; y justo porque no lo puedo hacer todo, no renunciaré a hacer lo que sí puedo».

—Helen Keller

A partir de mediados de los años veinte, centró toda su actividad en los derechos de las personas con discapacidades por lo que recibió la medalla Presidencial de la Libertad en 1964 otorgada por el presidente estadounidense Lyndon Johnson. Su vida estuvo marcada por un espíritu de superación constante apoyado por el ímpetu incansable de su formadora Anne Sullivan. En los años sesenta la película The miracle worker ponía el foco en las contribuciones de Sullivan y la amistad compartida para tirar hacia adelante la fuerza de Keller para que hoy sea un referente en la superación de los prejuicios a la diversidad.

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