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La violencia contra las mujeres es un problema mundial, independientemente del país, color o raza, religión, cultura y clase social, y es muy frecuente en las relaciones afectivo-sexuales (estables u ocasionales). El 27% de las mujeres mayores de 16 años ya ha sufrido algún tipo de violencia. En todo el mundo, las universidades tampoco son un espacio seguro para las mujeres. En Brasil, el 67% de las estudiantes reconoce haber sufrido algún tipo de violencia. Ya son conocidos los impactos negativos en la salud física y mental y en la permanencia académica de la estudiante que sufre violencia.

DF ya ha presentado en diferentes ocasiones la importancia del MeToo Universidad en la prevención y superación de la violencia de género en las universidades de España y del mundo. En la edición de este año del 8M, el MeToo Universidad también se presentó en Brasil, donde las denuncias de violencia de género contra estudiantes, personal y profesoras son recurrentes. Pocas universidades brasileñas tienen comisiones y protocolos con normas específicas para atender, prevenir o responsabilizar a los implicados. Cuando las tienen, es un desafío lograr que estas instancias funcionen eficazmente, lo que puede llevar al silenciamiento de las víctimas y afectar su desempeño académico y su permanencia en la institución.

Para superar la violencia en la universidad, a través de acciones paliativas y preventivas, los mecanismos formales también necesitan mecanismos informales. En las acciones preventivas eficaces, las investigaciones destacan la importancia de los grupos de pares (colegas y amistades), como el Bystander Intervention, las Tertulias Feministas Dialógicas y la creación de las redes de solidaridad, como Me too Universidad.

¿Por qué es importante implicar a los grupos de iguales en estas acciones? El grupo de iguales y las amistades pueden actuar de dos formas en relación con la violencia: como factor de riesgo o como factor de protección. Actúan como factor de riesgo si las actitudes agresivas son vistas por el grupo como aceptables en una relación, o cuando ejerce presión para tener relaciones afectivo-sexuales, a través del discurso coercitivo dominante. En cambio, tener amistades que no normalizan la violencia, que no ejerzan presión y que expresen solidaridad son factores de protección contra la violencia. Las interacciones positivas nos ayudan a reflexionar, a elegir mejor y a no tolerar ni ejercer la violencia. Ayuda a superar el discurso coercitivo y la presión de grupo.

Las amistades y los grupos de iguales se convierten en fundamentales para superar el reto de la violencia en la universidad. Redes de apoyo como el movimiento MeToo Universidad son esenciales para que la víctima no se aísle y pueda romper el silencio. Las universitarias brasileñas también cuentan con la red de solidaridad Metoo Universidad y pueden tener un apoyo incluso cuando deciden no hacer una denuncia formal. La movilización de las víctimas y de quienes las apoyan transforma positivamente las estructuras de la universidad y amplía la posibilidad del sueño de alcanzar una universidad libre de violencia. 

Para contactar la red de solidaridad MeToo Universidad en Brasil: niase@ufscar.br

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