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Se está hablando mucho de presuntos acosos hasta ahora silenciados por una cruel Omertá y de la responsabilidad de las universidades. Sin embargo, es alarmante el silencio ante la responsabilidad del Programa ICREA al que pertenece una proporción de denunciados muy superior a la de las universidades. La mayoría del personal investigador de ICREA como la mayoría del profesorado universitario no es acosador, pero se pide responsabilidad a una universidad cuando estalla en ella algún caso.

Cuando hay un accidente de avión, se analizan todos los factores técnicos y humanos que podrían haber influido y, en su caso, se hacen los cambios adecuados en todos los aviones similares o incluso a veces su retirada. ICREA está viendo como varios de sus miembros están siendo denunciados y ni ha dicho nada ni se están pidiendo hasta ahora responsabilidades.

ICREA pretende incorporar al sistema investigador catalán importantes personalidades y efectivamente eso se está dando en algunos caso beneficiando así a la ciencia y a la sociedad catalanas. Sin embargo, una cierta consideración de que están por encima del bien y del mal hace que algunos tengan una actitud de sentirse más allá de las normas de las universidades y de la comunidad científica internacional. En el caso de las relaciones de género es alarmante que un programa que se autoconsidera de tanto nivel científico no pida asesoramiento ni formación a las investigadoras catalanas que están en los rankings científicos internacionales en los primeros puestos del mundo en violencia de género.

Se vende prestigio y se hace el ridículo. Por mucho que se aplique el Omertá, esa alarmante proporción de denunciados e invisibilización de las científicas en un programa que se autoconsidera de gran nivel científico acaba siendo como un boomerang que, queriendo ganar prestigio mundial, en realidad hace el ridículo en la comunidad científica internacional y lo hará mucho más si no cambia pronto y de raíz.

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