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Los medios de comunicación no cesan de difundir la noticia protagonizada por la valentía de Noelia Pérez Cámara que, durante la entrega de premios del Consejo Social de la Universidad de Granada a los mejores expedientes académicos, denunció de manera pública haber sufrido acoso sexual en la universidad por parte de un profesor. Una denuncia que comunicó hacía diez meses, pero que, lamentablemente, aún no  había recibido respuesta. Es por ello que quiso aprovechar la ocasión para denunciar su caso, y dar visibilidad a la desprotección que sufren las mujeres ante los casos de acoso sexual en la universidad.

Al encontrarse la rectora de la Universidad en el acto de entrega de premios, se refirió a ella diciendo que le hubiera gustado recibir su atención, pero que de momento la respuesta era el silencio, apuntando que “el silencio hace cómplices”. También recriminó que una universidad como la de Granada que se distingue por la excelencia científica, no ponga los mismos esfuerzo para proteger y asegurar espacios seguros donde se pueda hacer ciencia. 

El movimiento Metoo en la Universidad está contribuyendo a acabar con la impunidad del acoso sexual en la Academia. Gracias a la solidaridad y los mecanismos de prevención a través de actuaciones de apoyo contra el acoso sexual que promueve en los campus,  las víctimas están logrando pasar a supervivientes. Una revolución que ya está ocurriendo debido a aplicar aquellas evidencias científicas que consiguen superar los obstáculos del silencio. Unas transformaciones sociales que  consiguen promover el denunciar para conseguir que cada vez sea más difícil hacer caso omiso a estos delitos.

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