La agricultora Nima Elmasad de la aldea de Umm Naam en Sudán dice que el cambio climático ha devastado sus campos. Situado en el extremo sur del desierto del Sahara, el clima de Sudán varía de desierto a semidesértico en el norte y sabana árida en el resto del país.
En las últimas décadas, los efectos acumulativos de los conflictos, las sanciones económicas y la inestabilidad política, combinados con un mayor uso del agua debido al crecimiento de la población y el desarrollo agrícola, han llevado a los grupos de ayuda a advertir sobre una inminente crisis del agua. El cambio climático contribuye a esta carga. Las precipitaciones se han vuelto más erráticas y las inundaciones y sequías se han vuelto más frecuentes.
A medida que aumentan las temperaturas, pequeñas cantidades de agua se evaporan más rápido, lo que reduce la humedad del suelo. Esto hace que la agricultura sea más peligrosa para casi dos tercios de las zonas rurales de Sudán, pequeños agricultores como Elmasad, que dependen de la lluvia para su sustento. La ciencia predice que las temperaturas seguirán aumentando peligrosamente en Sudán y, si continúan las tendencias actuales de precipitaciones, el desierto del Sahara seguirá avanzando hacia el sur a un ritmo de 1,5 km por año, engullendo tierras de cultivo y pastizales. El futuro parece sombrío para mujeres como Elmasad, quien ha sido el único sostén de su familia desde que su esposo murió hace seis años, como informa.las Naciones Unidas.
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