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Las evidencias científicas de impacto social han demostrado que las relaciones de amistad nos ayudan a mejorar nuestra salud y calidad de vida y nos proveen de importantes beneficios cuando nos encontramos en situaciones de vulnerabilidad. Por ello, cuando los seres humanos nos enfrentamos a severos obstáculos en cuanto a nuestro bienestar psicológico y social, como les ocurre a muchos niños y niñas refugiadas, necesitamos formar redes de amistades entre iguales que sabemos son una fuente de protección. Todos los niños y las niñas refugiadas deberían tener la oportunidad de crear bellas relaciones de amistad y las escuelas y las organizaciones que ofrecen educación formal o no formal deberían invertir tiempo y energía para adquirir una mejor comprensión de las necesidades educativas en este aspecto. 

El propósito del artículo  Child friendship patterns at a refugee center in Greece, publicado en ‘Frontiers in Education’, es investigar los patrones de amistad de los niños y las niñas refugiadas del campamento Skaramagas, en las afueras de Atenas, y el impacto de la asistencia escolar formal en la formación de amistades multiculturales y la promoción de la inclusión relacional. El estudio se implementó en el marco del Proyecto ‘HORIZON Project MICREATE’, coordinado por The Science and Research Center, KOPER, en Eslovenia. Las investigadoras realizaron entrevistas a los niños y niñas sobre temas clave que afectan a sus vidas, con algunas preguntas sobre su historia relacional, en una muestra de 21 estudiantes adolescentes (14 niñas y 7 niños entre 10 y 17 años) del centro de personas refugiadas Skaramagas, que asistieron a clases de idiomas no formales en el lugar y la mitad asistió también a la educación formal fuera del campamento. Los resultados obtenidos indican el impacto positivo de la asistencia escolar en la inclusión relacional y la ampliación de los círculos de amistad. Los niños y las niñas que asistían a escuelas formales locales tenían más probabilidades de ampliar sus redes de amistad y formar amistades con compañeros y compañeras nativas que quienes sólo asistían a clases no formales dentro del campamento. Este estudio examina los patrones de formación de amistades destacando el beneficio de la escolarización formal en la inclusión relacional, incluso en estructuras de alojamiento altamente segregadas, como los campamentos de personas refugiadas. Los conocimientos obtenidos de este estudio proporcionan una confirmación empírica de que los niños y las niñas de entornos socioeconómicos desfavorecidos, como en este caso, pueden sufrir privación social a la hora de ampliar sus redes de amistades, y cómo la asistencia a la educación formal puede ser una condición necesaria para construir amistades con las comunidades locales aunque no suficiente, pues se requiere del establecimiento de intervenciones específicas para crear un entorno escolar que facilite y aliente la formación de amistades interculturales.

Las escuelas y las organizaciones de la sociedad civil que ofrecen educación formal, no formal e informal a las niñas y niños refugiados se enfrentan a grandes desafíos como el que se plantean en este artículo, que desde iniciativas como el proyecto REFUGE-ED buscan respuestas esperanzadoras desde la evidencias científicas de impacto social para mapear e identificar las acciones más exitosas así como herramientas y soluciones en entornos de aprendizaje que promuevan la integración para conseguir tanto la promoción del éxito académico como su bienestar y pertenencia social.

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