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La sentencia judicial al monitor de esquí que cometió abusos sexuales a diferentes adolescentes menores plantea interrogantes.  El aspecto positivo de la sentencia, es condenado a no poder trabajar con menores en ningún ámbito profesional. El aspecto negativo, se le ha dejado en libertad a pesar de los abusos cometidos.

Según los hechos informados, el monitor obligaba a las adolescentes a dejar la puerta abierta, se recostaba en sus camas, las acariciaba y daba besos, así como también obligaba a jugar a juegos, todos estos actos  las hacía sentir muy incómodas. Uno de los juegos,  obligar a los y las menores a quedarse en ropa interior,  según sus declaraciones, a un chico en concreto le quiso obligar a quedarse desnudo por completo, los otros adolescentes ante tal coacción le dijeron al monitor que parara, pero el monitor hacía caso omiso.  

La pregunta es, ¿si en lugar de un monitor de esquí, hubiera sido un cura, esta “puesta en libertad” no hubiera tenido más eco en los medios de comunicación? ¿No hubiera habido más rechazo en las redes sociales?  Solo hay que ir a Twitter y comparar los datos en unos casos u otros.

Hasta el momento, uno de los ámbitos con mayor silencio ante abusos a menores es precisamente el ámbito del tiempo libre, de monitores de ocio. El avance, es que las y los adolescentes, las niñas y niños, cada vez más rompen el silencio, como ha sido este caso, y no callan ante el abuso, sino que lo denuncian y exigen que paren. Valientes.

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