La Fundación Ordesa, Academy of Pediatrics está formada por un equipo multidisciplinar procedente de áreas relacionadas con la nutrición pediátrica que tiene como objetivo hacer divulgación científica sobre temas vinculados a la nutrición, la salud y bienestar infantil.
Recientemente ha publicado una Guía práctica para pediatras sobre los Trastornos psiquiátricos de los niños y adolescentes con el propósito de ofrecer a los profesionales una exposición, resumida, clara y rigurosa de sus características clínicas para la evaluación, el diagnóstico y su tratamiento.
La elaboración del documento ha sido motivada porque, como ya se ha hablado en anteriores artículos de DF, a raíz de la pandemia del coronavirus se constata un aumento de niños, niñas y adolescentes que han desarrollado cuadros psiquiátricos que un o una pediatra debe atender adecuadamente como estadio previo a la derivación a psiquiatría infantil.
Los 8 capítulos de que consta la guía tratan casuísticas como la adicción a los videojuegos, el acoso escolar y el ciberacoso. En el apartado relativo al tratamiento, aboga por afrontar estos temas desde un enfoque comunitario y no sólo centrado en el binomio víctima persona acosadora. Es necesario involucrar a las familias, el centro, el entorno, los especialistas de la salud y los servicios sociales, las fuerzas del orden público e incluso, si fuera necesario, los servicios judiciales. Es un paso muy positivo, ya que existe mucha evidencia ya acerca del papel de la fuerza del grupo, la figura del bystander o más recientemente qué significa la violencia de género aisladora y por qué se sufre.
La guía advierte que cuando se sabe de la existencia de la situación de acoso, es fácil de establecer el diagnóstico y cómo, en muchos casos, las o los menores llegan a la consulta en una fase aguda de la sintomatología o de un cuadro crónico de meses o años de evolución: cefaleas, dolores abdominales, mareos, vómitos o cuadros más inespecíficos. Por otra parte, el rendimiento escolar desciende y los padres suelen referir que su hijo o hija está distraído, pierde cosas en el colegio (lo que antes no sucedía) tiene pesadillas, duerme con inquietud y sale menos.
Llegados a este punto sólo un inciso; puede ocurrir que la familia ignore la situación, sin embargo, las investigaciones en el campo de las ciencias sociales y humanas ya han demostrado que las personas que acosan siempre lo hacen en público, porque se sirven de quienes aplauden y/o miran para otro lado para creerse más fuertes. Por otro lado, la Guía Para Entender a Tu Hijo publicada en 2003 por el Centro de Estudios Infantiles de Yale, en la que se trata la violencia infantil entre otro muchos temas desde las evidencias científicas, ya deja claro que las y los acosadores no son niños con una autoestima baja y aunque si existe evidencia que personas pertenecientes a grupos vulnerables sufren mayores índices de violencia, las víctimas no tienen por qué ser más débiles sino simplemente alguien que no es violento, es decir lo que sería deseable en todas las niñas y niños.
Si desde los centros estamos atentos y atentas a no trivializar como “cosa de niños” o culpabilizar y revictimizar aún más a quienes sufren el acoso “es que no sabe cómo relacionarse” y cortamos estos temas con un enfoque de Violencia 0, estos niños y niñas nunca deberían llegar hasta la consulta de un psiquiatra, sino que podemos trabajar para crear espacios seguros de cero tolerancia al acoso.
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