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Carmen Diaby es originaria de Senegal, vive en el Vallés Oriental desde que tenía 1 año. Es superviviente de abusos sexuales infantiles y, desde hace cuatro años, es activista en cuerpo y alma.

Nacida en Dakar (Senegal), ha vivido siempre entre Cardedeu y Granollers, y como dice ella “tengo la suerte de tener dos familias: la biológica y la de acogida”. Carme hizo un grado medio de educación sociosanitaria y quería hacer un grado superior, pero a los 18 años tuvo una depresión fruto de los abusos que había sufrido de pequeña. Ahora es activista, fundadora de una asociación focalizada en la prevención y la atención a víctimas y supervivientes de abusos sexuales infantiles.

¿Qué te llevó a romper el silencio?

Antes que nada pensé en mi dignidad. Que yo no tenía la culpa de lo que había pasado y elegí el camino de sanarme, de estar bien y de no dejar que esta persona se saliera con la suya. Continuaba viniendo por casa y mi familia no sabía nada. Además era profesor de niños, relacionándose cada día con menores, y esto me quemaba por dentro.

Después tenía que explicarlo a la familia, liberarme, porque sentía un gran peso. Era como vivir dos realidades. Mi cuerpo y mi mente ya no podían más. Estaba al límite y entonces es cuando lo expliqué. Y la verdad, es que me creyeron, fue increíble porque aquel día volví a nacer. Ya no tenía que fingir más. Y claro, tú controlas lo que dices, pero no controlas las emociones de los demás. 

¿Cómo reaccionaron?

Recuerdo que mi madre me dijo que teníamos que denunciar, es un acto de justicia, no podemos quedarnos calladas. Y allá fue cuando vi a mi madre biológica fuerte, valiente, una madre que buscaba justicia, que no quería quedarse callada y que quería luchar contra el mundo y contra una comunidad que lo único que querían era que nos calláramos, que las violencias que sufrimos queden silenciadas. Además, pensé no está mi abuela, ni mis tías, ella está sola contra todo esto. Y todavía tenía más mérito para mí. No es lo mismo que te pase en el Senegal rodeada de toda tu familia que aquí. Mi padre, al principio, respondió diferente, pero hizo todo un proceso que yo he entendido: la negación, la frustración, pero más adelante está la aceptación, y a día de hoy ya ha hecho este proceso.

A partir de aquí creas la Asociación Carme Diaby

Sí. Tengo una historia familiar muy bonita. He tenido mucha suerte de vivir con dos familias impresionantes, de vivir dos culturas. Por eso dije que la asociación se llamaría Carme Diaby, no por ser mi nombre, sino por lo que significa: nombre catalán y apellido senegalés. Y esto es lo que quiero que represente esta asociación, la unión, porque muchas veces solo salen las historias racistas y se silencian muchas historias bonitas.

Y has empezado a hacer activismo

Prácticamente soy la única activista negra en toda España. ¿Y por qué? Pues, porque es un tabú, no se habla. Si no hubiera sido por mi familia que me ha apoyado al 100%, ahora, no estaría aquí sentada hablando contigo. A raíz de salir en el programa “Quatre gats” de Televisión de Cataluña, me vino una avalancha de cosas que, realmente, no me esperaba. 

¿Qué hacéis desde la asociación?

Bueno, llevo cuatro años dando charlas y pensé que había que consolidar todo esto. Al ser un tema tan tabú necesitas una estructura más sólida para insistir e incidir en el tema puesto que incomoda y mucho. La asociación es el canal para invitar a todo el mundo: gente blanca, gente negra… cosa que a veces he echado de menos en otras entidades. Y hay que tener en cuenta, también, la interseccionalidad. No es lo mismo una persona superviviente siendo negra dentro de otra cultura, que si es blanca. Por eso, el objetivo era visibilizar todas las realidades, visibilizar el abuso con todas las historias posibles.

El otro objetivo son las familias. Queremos ser un puente entre familias para que se puedan conocer y apoyar.

¿Y cómo funciona?

La asociación nació el mes de julio de este año, a pesar de que todavía no tenemos una sede social. Pero estamos creando grupos de ayuda mutua para mayores de edad. Hemos creado un grupo psicoterapéutico para menores de edad, en el que hay una psicóloga especializada y todo esto se centraliza en Granollers. En Barcelona tenemos el servicio jurídico con el bufete de abogados Vosseler, gracias a la abogada Mònica Santiago, que se puso en contacto conmigo y que nos ha ayudado a crear la asociación.

¿Qué estadísticas hay sobre el tema?

Según la Organización Mundial de la Salud (OMS), a nivel mundial 1 de cada 5 menores de edad sufrirá algún tipo de abuso sexual antes de cumplir los 18 años. Esto significa el 20% de los niños y niñas. Y las cifras vienen de las denuncias efectuadas, pero el número debe de ser mayor porque hay muchos casos que no se denuncian. 

¿Se ha mejorado el tema de la denuncia? Por ejemplo, ¿qué no se tenga que revictimizar otra vez al menor?

Efectivamente, ¿cómo es posible que un niño tenga que declarar 3 o 4 veces? O que en la Ciudad de la Justicia, donde van a atestiguar los y las menores, tengan un espacio horroroso, una habitación toda oscura, con cuatro dibujos en la pared para despistar. Y me pregunto, ¿este es el lugar donde una niña de 5 años tiene que ir a atestiguar? ¡Me quedé horrorizada¡ Tenemos que empezar a revisar muchas cosas, desde el minuto 1. Ver qué está pasando en todo el proceso, cómo estamos acogiendo a este niño o niña, y qué proceso tiene. Hay un proyecto que se llama Barnahus, es un proyecto piloto que funciona en Tarragona, y que merece la pena, pero aquí en Barcelona no existe.

Según datos oficiales, un 80% de los abusos se dan en el ámbito familiar. Justamente, donde los y las niñas tendrían que estar más protegidas, ¿no?

Sí, siempre nos dicen vigilar a la gente de fuera, no cojáis caramelos de desconocidos… ¿y la gente de dentro? Siempre se ha dicho que la familia es intocable, y que no te puede pasar nada dentro de este ámbito. Y que todos los miembros de la familia son personas buenas, y no es verdad. Y aquí es donde radica el problema, es un gran tabú. 

Si te hubiera pasado en Senegal, ¿cómo habría sido todo el proceso? 

El abuso sexual pasa en todos los países, y las cifras son muy similares, salvo en Camboya, ya que existe la prostitución infantil y allá las estadísticas se disparan. 

En Senegal si ves la pirámide del privilegio del patriarcado, los y las niñas ocupan el último lugar. Y venimos de una normalización en que niñas y jóvenes se casan con hombres mayores. Con este legado se han normalizado muchas violencias. Mi madre me decía que si esto me hubiera pasado hace unos años en Senegal me tendría que haber casado con mi agresor.

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