
El abuso sexual infantil es una gravísima agresión extremadamente cruel y dañina que se estima que afecta a uno o una de cada 13 niños y niñas que en su mayoría no denuncian y que, si lo hacen, puede ser ya en la edad adulta, tras pasar muchos años después de haberlo sufrirlo durante la infancia.
Una hipótesis desde la que se trabaja actualmente es la de que uno de los factores que dificulta su detección es que el agresor o agresora sexual prepara de alguna manera la situación previa al delito para reducir las posibilidades de que la víctima lo revele y evitar que su entorno lo detecte. En esta línea, el artículo Identification of red flag child sexual grooming behaviors, publicado en la revista científica ‘Child Abuse & Neglect’, aborda esta problemática tratando de identificar comportamientos que se producen antes de que ocurra el abuso sexual calificado como grooming, un fenómeno en el que una persona adulta se hace pasar por adolescente poniéndose en contacto con un o una menor (normalmente chica) a través de redes sociales con el objetivo último de cometer abuso sexual.
Aunque se trata de un proceso extremadamente complicado, este trabajo ofrece una guía con más de 30 conductas de captación que pueden considerarse de riesgo como indicadores previos a un delito de abuso sexual infantil. Entre ellos, la desensibilización al contenido sexual y al contacto físico a través de tocamientos aparentemente casuales, la exposición de su cuerpo desnudo delante de la niña o el niño, la narración de experiencias sexuales o exposición a material audiovisual pornográfico… En muchos casos el agresor también intenta el aislamiento del o de la menor de su entorno familiar o de amistades y la administración de drogas y alcohol. Otros indicadores son la falta de supervisión o de apego seguro del o de la menor con una persona adulta de referencia, la realización de actividades a solas con el potencial abusador, comportamientos verbales de manipulación emocional que este lleva a cabo con el niño o la niña o la propia vulnerabilidad psicológica de las víctimas.
Esta investigación ofrece algunas claves que pueden utilizarse para detectar casos de abuso sexual infantil y, más importante aún, para prevenirlos antes de que ocurran.
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