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En lo poco que se lleva de año, el feminicidio sigue lamentablemente ocurriendo.  El domingo pasado, una mujer fue asesinada presuntamente por su ex pareja y delante de su hijo, quien valientemente intentó defenderla resultando herido.

La vida de esta mujer, como de tantas, se podría haber evitado.  En este caso en concreto ya habían denuncias previas.  Aunque,  la víctima no se presentó en sede judicial para declarar su testimonio, y en ello se han basado fuentes oficiales para justificar que no estuviera en sistema de protección alta, no es razón suficiente para justificar que solo existiera una alarma media.

Se sabe, tanto por las evidencias científicas, como por las voces de supervivientes,  que hay obstáculos basados tanto en coacciones, como en los propios procesos burocráticos fríos y revictimizantes que desalientan.   Se sabía con hechos, que el porcentaje de probabilidades de resultar asesinada por parte del presunto agresor era elevadísima, y aún así no se activó la alarma más alta.   El sistema de protección y judicial deberían tomar nota de las evidencias científicas y generar escudos protectores efectivos. 

Era fácil decidir que ella necesitaba protección alta tras los incidentes previos,  excusar en que no se presentó en sede judicial, es volver a culpar a la víctima en lugar de asumir que no se tomó la decisión que se debiera tomar para garantizar su seguridad.

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