Farina Mujaddidi es abogada con estudios islámicos, es activista por los derechos de las mujeres en Afganistán y colabora con la Asociación People Help. Su relato nos acerca a conocer de primera mano la realidad de las mujeres en Afganistán, su firme lucha por los derechos de todas las mujeres en su país, y la situación como refugiadas en otros países.
Licenciada en Sharia y Derecho por la Universidad de Kabul, en su etapa de estudiante ya empezó a interesarse en los temas de género y participó en numerosos cursos y talleres teóricos y prácticos, relacionados con los derechos civiles, especialmente los derechos de las mujeres. “En esa época visité juzgados, prisiones y casas de seguridad donde conocí a mujeres que habían sido violadas. Desde entonces, me dediqué a trabajar por los derechos de las mujeres”.
Farina, diplomada en derecho de justicia y defensa, participó en un programa para promover la participación, el liderazgo y la gestión de las mujeres en el gobierno. Otro trabajo del cual se siente muy satisfecha es haber dirigido un equipo de investigación, formado por 9 personas, sobre la «Corrección del texto del certificado de matrimonio popular de Afganistán». “Nuestro objetivo, entre otros, era encontrar deficiencias en el texto propuesto del acta de matrimonio. Que las mujeres tuvieran un fácil acceso al acta matrimonial, cosa que no era habitual. Y prevenir los matrimonios forzados y matrimonios con menores. Y la verdad es que pudimos alcanzar con éxito nuestros objetivos.”
Una vez completada la investigación, presentaron el texto corregido al Ministerio de Asuntos de la Mujer, en una conferencia. Pero, como apunta Farina, “los logros de las mujeres afganas en estos últimos 20 años han sido arrasados, de la noche a la mañana, con el misterioso traspaso del poder a los talibanes.”
“Tienen una visión completamente radical y extrema de la religión. El talibanismo es una ideología completamente misógina. Su objetivo es sacar física e intelectualmente a las mujeres del contexto de la sociedad y no creen en la igualdad de género"
Farina era empleada del Ministerio del Interior y trabajaba en el Departamento de Pasaportes. Formaba parte de la Red de Mujeres Afganas y seguía siendo activista por los derechos de las mujeres, cuando llegaron de nuevo los talibanes al poder en agosto del 2021. “Tienen una visión completamente radical y extrema de la religión. El talibanismo es una ideología completamente misógina. Su objetivo es sacar física e intelectualmente a las mujeres del contexto de la sociedad y no creen en la igualdad de género.” Para las mujeres afganas, el régimen talibán significa una larga lista de prohibiciones: trabajar, viajar y salir solas, hacer deporte, conducir, acudir a lugares de entretenimiento… y para las niñas, el cierre de sus escuelas. Un grave atentado contra los derechos humanos.
A partir del 15 de agosto, la vida de su familia cambió drásticamente y tuvieron que mudarse continuamente de domicilio durante dos meses para que los talibanes no los encontraran. Gracias a la ayuda de un amigo de su marido, alquilaron dos furgonetas y una noche salieron hacia Torkham, en la frontera con Pakistán. “Llegamos a las 5 de la mañana y tuvimos que esperar hasta las 5 de la tarde. Para cruzar nos exigieron dinero, y así pudimos entrar en Paquistán. Cogimos un taxi hasta Peshawar, y al día siguiente nos fuimos a Islamabad.”
En la capital, junto a miles de refugiados, se iniciaba su nueva aventura, la de buscar un país donde pudieran ser acogidos. Y quiso la casualidad que conectaran con una catalana, Mónica Moya que “nos guió y cooperó durante dos meses y pudimos tener una entrevista en la embajada española, donde solicitamos asilo después de presentar una serie de documentos.”
Así llega a España con parte de la familia de su marido. Durante un tiempo, viven en diferentes ciudades catalanas, y posteriormente, el Departamento de Asuntos de Refugiados de España los encomienda a organizaciones no gubernamentales como CEAR, Provivienda y Apip-Acam. La familia acaba separada viviendo en Ciudad Real y Reus. A Farina y a su marido les toca quedarse en Barcelona, donde residen en una casa de tres plantas con 6 habitaciones y un total de 21 refugiados de diferentes nacionalidades. “A pesar de la sensación de libertad en este ambiente pacífico que vivo en Barcelona, la sensación de soledad y distanciamiento con la patria, la familia y los amigos es agotadora.”
Los cuatro hermanos de Farina, dos mujeres y dos hombres, trabajaron también por la igualdad de derechos, por la libertad de expresión y por la democracia en Afganistán, de ahí que también emprendieran el camino del exilio. En la actualidad, llevan viviendo en Pakistán, junto a sus familias, más de un año, y su solicitud de asilo ha sido rechazada por la embajada española. “Mi hermana soltera era empleada del desaparecido Ministerio de Asuntos de la Mujer, y también era activista por los derechos de las mujeres. Estoy muy preocupada por el rechazo de su solicitud de asilo y no sé cómo hacer para que sus voces sean escuchadas por las defensoras de los derechos de las mujeres.”
Además de esta difícil situación, Farina se enfrenta a la experiencia de aprender simultáneamente dos lenguas extranjeras (catalán y castellano). Al sistema burocrático de apoyo a los refugiados y a los escasos gastos de manutención. A la experiencia de estar en un vacío de información y a tener un futuro desconocido. Al sistema a largo plazo de revisión y homologación de documentos educativos y profesionales. “Muchas de las familias afganas que sacó el Gobierno español, al cabo de unas semanas se marcharon a otros países. ¿Por qué? Pues porque nadie te da información sobre tu seguridad, tu futuro, sobre cómo funciona el sistema. Y es un problema, porque no hay proyección de futuro. Creo que este es un país que no tiene mucha experiencia con las personas refugiadas de Afganistán”.
Sobre la búsqueda de trabajo nos dice que “hay muchas familias aquí que tienen sus doctorados. Por ejemplo, dos hermanas de mi marido son ginecólogas y ahora se están preparando para ser peluqueras. Es un trabajo honesto, pero no me gustaría que en un futuro sigan como peluqueras. Entiendo que los primeros años sea difícil, pero que difícil es para un doctor o cualquier licenciado estar trabajando en otra cosa”.
Y afirma que “tengo mucha suerte de encontrarme en un ambiente tan pacífico y libre, donde puedo vivir junto a mi marido y mis dos hijos. Estoy muy agradecida al gobierno y a la gente de aquí que nos ha ayudado tanto”.
Entre este grupo, se encuentra la Asociación People Help, que trata de acompañar a las familias refugiadas afganas con los pocos recursos y la mucha voluntad que tienen al ser una entidad de nueva creación. Entre sus objetivos está el acompañar y humanizar el proceso de acogida e integración de las personas refugiadas afganas que llegan a Cataluña. Y sensibilizar a la ciudadanía sobre el conflicto que sigue vivo en Afganistán y sobre la situación que viven las familias en origen y cuando llegan aquí.
Sobre su situación actual, Farina comenta “espero que Cataluña nos brinde una plataforma para capacitarnos y desarrollar nuestras habilidades, y así convertirnos en personas responsables y capaces de servir a la sociedad de acogida”. Mientras, el tiempo va pasando y anhela el día en que pueda reunirse con sus hermanos si es que la embajada española les autoriza a viajar. De momento, siguen varados en Paquistán. ¿Por cuánto tiempo?
Periodista. Coordinadora de la Xarxa Europea de Dones Periodistes.
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