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La mayoría de la población juvenil que reside en instituciones terapéuticas de cuidado fuera del hogar han desarrollado diversos y, en algunos casos, profundos traumas producidos por experiencias de abuso, negligencia, violencia o abandono. Las instituciones y el personal profesional encargado de su cuidado deben contar con las herramientas necesarias para salvaguardar su seguridad, por lo que en algunos recursos residenciales se ha usado o se sigue practicando la contención física para sostener un comportamiento físico que pueda resultar en un daño para él, ella o para otras personas. Sin embargo, conocemos desde la evidencia científica el efecto negativo que las contenciones físicas pueden producir creando un clima de miedo, reactivación del trauma, desequilibro y secuelas sociales importantes.

En el artículo Benefits of Embedding Research into Practice: An Agency-University Collaboration, publicado en ‘Child Welfare’, se describe cómo el uso de la evidencia científica puede mejorar las prácticas socioeducativas y de cuidado para jóvenes en desprotección. En este caso, a través de la investigación en la institución Waterford Country School, al noroeste de los Estados Unidos, donde se atienden a niños y niñas de entre 8 y 18 años y que implementó el modelo Children and Residential Experiences (CARE). Este modelo recoge la importancia de las relaciones de calidad entre el personal y los y las jóvenes a través de unos principios prácticos básicos de interacciones positivas, centrado en el trauma, las trayectorias vitales, la implicación de la familia, las habilidades de crecimiento y aprendizajes para la vida.

Esta entidad observó que tras la puesta en práctica del modelo CARE a través de los estímulos y el aprendizaje de habilidades se creaba un entorno de confianza y más seguro reduciendo significativamente el uso de las contenciones físicas. Este caso demuestra que la colaboración y aplicación de la investigación científica en la práctica socioeducativa puede mejorar la atención residencial de los y las jóvenes más vulnerables, apostando siempre por la formación del personal incorporando conocimiento científico que ayuda a mejorar las experiencias en acogimiento residencial.

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