La pedagogía crítica se desarrolla desde focos muy diversos a lo largo de todo el mundo, desde autores y autoras que investigan y consiguen impacto social en este ámbito hasta profesorado, estudiantes, familias y otras personas. Sin embargo, existen autores que se han apropiado del concepto de ‘pedagogía crítica’ cuando jamás han transformado ninguna escuela o proyecto educativo y utilizan esta etiqueta para enriquecerse y adquirir protagonismos y lujos desde un egoísmo que contradice este movimiento social riguroso, ético y de mejora socioeducativa para toda la población, especialmente la más vulnerable.
El artículo The critical pedagogy that transforms the reality, publicado en la revista ‘International Journal of Sociology of Education’, presenta una revisión bibliográfica que resulta en cuatro criterios clave que nos ayudarán a distinguir entre la verdadera pedagogía crítica que consigue transformar realidades y mejorar la educación y las vidas de muchas niñas y niños, diferenciándola de esa ‘pedagogía crítica’ apócrifa que únicamente beneficia a quienes utilizan esa etiqueta.
En primer lugar, siguiendo a Paulo Freire y a Ramón Flecha, la pedagogía crítica que transforma se construye a través del diálogo igualitario que utilizan los autores y las autoras con toda la ciudadanía, especialmente con la población más vulnerable y oprimida, para conseguir transformaciones profundas. En segundo lugar, se trata de un proceso enfocado al impacto social para producir mejoras reales en las condiciones de vida de las personas y conseguir superar desigualdades. En tercer lugar, la pedagogía crítica trabaja para la igualdad de resultados de los grupos más vulnerables y oprimidos, tanto en alfabetización como en sentimientos y valores desde la inclusión y abriendo posibilidades para que se conviertan en referentes y líderes dialógicos de las transformaciones sociales. Por último, debe asegurarse el rigor científico y teórico de las aportaciones, frente a estilos althusserianos y de mercado.
Ser parte de la verdadera pedagogía crítica requiere de coherencia y ética por parte de los autores y las autoras, demostrando acciones claras en sus vidas profesionales y personales de posicionamiento contra el sexismo, el racismo y todas las formas de violencia posicionándose siempre del lado de las víctimas. Deberíamos revisar qué autores se nos muestran como supuestos referentes de la pedagogía crítica y si consiguen superar estos cuatro criterios y la ética a nivel personal o por el contrario llegan incluso a cometer el delito de violencia de género aisladora atacando a quienes sí transforman la educación y mejoran vidas.
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