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Las mujeres con discapacidad reúnen mayores circunstancias de vulnerabilidad a la violencia de género en el contexto de la pareja en función del tipo y grado de discapacidad, sus recursos, el entorno social y la falta de apoyo social, la discriminación adicional que pueden sufrir, la dependencia, entre otros factores que interactúan como ejes de desigualdad. 

Por todo ello, es fundamental conocer qué características deben tener los servicios de atención social para estas mujeres supervivientes. Recientemente se ha llevado a cabo dieciocho entrevistas en profundidad a proveedores de servicios que trabajaban en los ámbitos de la atención sanitaria, el trabajo social, la policía, los centros de acogida para mujeres y el Centro para la Violencia contra las Mujeres. A partir de sus experiencias y percepciones, la investigación “Exploring the Perspectives of Professionals on Providing Intimate Partner Violence Services to Women With Disabilities” identificó algunas claves y retos para proveer de servicios de calidad a mujeres con discapacidad que acceden a servicios para víctimas de violencia de género. 

Los servicios de VPI se organizaron en torno a cinco temas generales: búsqueda de servicios; evaluación del riesgo; identificación; protección y cuidados; y autonomía.

Es fundamental la coordinación y colaboración entre diferentes servicios que puedan prestar atención a estas mujeres, así como que una persona o un organismo pueda coordinar todo el proceso. Es importante tener en cuenta que esta colaboración requiere también coordinarse con la red de apoyo social de la mujer, no únicamente con servicios especializados. Otro de los retos es conectar los servicios de atención a víctimas de violencia de género con mujeres con discapacidad. Algunas veces son las propias mujeres las que encuentran estos servicios, aunque lo más habitual suele ser por recomendación y derivación de otros recursos. 

La evaluación del riesgo es otra cuestión crítica. Los protocolos estandarizados para violencia de género no siempre pueden ser suficientes para las mujeres con discapacidad ya que frecuentemente no están bien adaptadas. A su vez, los servicios de atención a mujeres con discapacidad no suelen incluir preguntas relacionadas con la violencia de género, por lo que queda como un tema invisibilizado. Por otra parte, en los servicios de atención a mujeres víctimas de violencia de género en ocasiones no se identifica si la mujer tiene una discapacidad. Es importante construir una relación de confianza entre las profesionales y las víctimas con discapacidad, esa relación puede ser gradual. Tras la evaluación del riesgo llega la identificación y la protección en la que es fundamental identificar tanto el tipo de violencia que sufren y su incidencia, como la discapacidad que tienen. Cuanto antes se haga esta intervención, mejor. Tras la salida de la violencia, convertirse en mujeres supervivientes, autónomas e independientes es fundamental que tengan acceso a recursos, aprendan a identificar potenciales situaciones de riesgo para poder protegerse y potenciar las redes de apoyo social. 

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