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En 1995, se presentó la primera denuncia oficial por acoso sexual reincidente de un profesor contra varias alumnas. La presentó el profesor Ramón Flecha cuando se lo pidió la entonces estudiante Lídia Puigvert incluyendo en su escrito no solo el análisis del problema sino también la solución en la creación de protocolos, comisión de igualdad, movimiento oficial de estudiantes. 

No hubo respuesta oficial pero sí reuniones donde se le dijo con toda contundencia que: a) no existía la violencia de género en las universidades porque las estudiantes eran mayores de edad y decidían libremente lo que hacían o no hacían; b) decir esa mentira era desprestigiar injustamente a las universidades españolas; c) si no callaba él y todas las personas de su grupo de investigación serían expulsadas de la universidad.

Tras el intento de acoso a Lídia, comprobaron que la mayoría de profesores y profesoras del entorno del acosador sabían lo que pasaba y con frecuencia hacían comentarios jocosos sobre el tema. Era muy conocido que cada año decía a alguna estudiante que para sacar matrícula debería tener mucha confianza en ella y eso se lograba fácilmente en la cama.

En diciembre de 1994, Ramón había impartido su primera conferencia en Harvard y contaba ya con el apoyo de personas muy relevantes en esa y otras universidades entre las primeras del mundo, además de en el movimiento feminista internacional. Lejos de hacer caso de las amenazas, Ramón, Lídia y Jesús Gómez (Pato) dedicaron los años siguientes a preparar cómo lograr hacer una investigación científica sobre esa realidad que no pudiera negarse y cómo hacer las denuncias con tal fuerza que no lograran frenarlas. Se dedicaron a preparar el fin de la impunidad, el fin de silencio, que lograron a partir del 2003. 

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