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Ayer, una vez más, tuve la suerte de presenciar una de las obras maestras de la ópera romántica, “Il Trovatore”, regalada por uno de los indiscutiblemente grandes compositores de la historia: Giuseppe Verdi. La belleza de la música y las voces de los/as cantantes contrastaban con una de las demasiado frecuentes escenografías que buscan “perfeccionar o trascender” las grandes obras maestras obteniendo justamente el efecto contrario. 

Pero la reflexión a compartir en estas breves líneas no pertenece solamente al terreno estético. El arte de Verdi en esta ópera queda empañado por el argumento de la misma. Una historia sustentada en el prejuicio absoluto sobre el Pueblo gitano presente a lo largo de los siglos.  Con las evidencias científicas actuales sobre el imaginario social existente de los roma que contribuye a perpetuar el antigitanismo (Hancock, 2002) en las sociedades mayoritarias, así como las crecientes investigaciones que remarcan papel transformador de la mujer gitana en el si de su propia comunidad a favor de la justicia social (Pérez de la Fuente, 2008; Garcia-Espinel, 2015; Munte et. al, 2020), Verdi hubiera podido crear un “Il Trovatore” capaz de brillar con toda su opulencia.  Es bien sabido que las manifestaciones artísticas de cada momento son un reflejo de las sociedades en las que se desarrolla.

En este sentido, el trato que recibe la figura del gitano y la gitana en la historia de la ópera (Perez-Senz, sf) nos indica la injusticia simbólica (Fraser, 1997) que ha vivido y vive aún el Pueblo Roma. No podemos cambiar la creación de Verdi, pero tampoco podemos gozar de su arte de la misma forma que lo hacía el público de 1850 sin interpelarnos acerca del significado que tiene mantener su representación. Sorprende que en las críticas de los periódicos más populares no se haga mención alguna de contradicción de alabar esta obra en el contexto de una sociedad que teóricamente busca ser inclusiva y respetar la dignidad de todos los seres humanos por encima de cualquier diferencia. Debemos un respeto a las mujeres gitanas y a sus familias, a un pueblo que día a día lucha por sus derechos y por contribuir a hacer una sociedad más justa.

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