Las grandísimas fortunas se encuentran en Estados Unidos, con Elon Musk, Jeff Bezos, Mark Zuckerberg, Warren Buffet, Bill Gates…, pero también las hay en India, país de pobres, con Mukesh Ambani como ejemplo, o en China, país de partido llamado comunista, con Cheung ChungKiu en cabeza. Algunos presumen de filantropía, otros no, pero todos, absolutamente todos utilizan artimañas para eludir impuestos.
Equipos de abogados, juristas, auditores consiguen que las ganancias, sin redistribuirse como debería ser, no dejen de incrementarse sin cesar, recurriendo además a los paraísos fiscales. Es así como algunos pueden otorgarse caprichos desmedidos, como el de Bezos fabricándose su nave espacial New Shepard y comprándose un yate de 127 metros de eslora, o el de Musk con su empresa aeroespacial Space X alimentando con grandes inversiones la alucinación de instalarse en Marte dentro de nada.
La tecnología tiene mucho que ver con esta acumulación de riqueza, una industria muy reciente con una potencia desmesurada. Tanta, que los poderosos empresarios influyen en los gobiernos por medio de lobbies, con la deslocalización o no de sus compañías, amenazando con la fuga de capitales. Los muy ricos imponen sus intereses. Puede decirse que ellos, todos hombres, no mujeres, gobiernan el mundo, y ya vemos lo mal está.
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