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Hemos presenciado recientemente un alegato a la cultura de la violación y la intimidación por parte de un gran número de chicos a las residentes de una residencia de estudiantes. Ante los hechos, ya hemos detectado tres cuestiones fundamentales:

1. El elevado número de aplausos y de reacciones de victoria hacia los acosadores es altísimo, pero a su vez muy diverso. No hay un patrón, ni una edad, ni una ideología ni un colectivo específico que les defina, sino que se trata de perfiles muy diversos. En todas las ideologías, géneros, edades o grupos sociales hay personas acosadoras y personas que no lo son.

2. Algunos y algunas ya están instrumentalizando el caso para sacar rédito electoral acusando a determinados colectivos o a determinadas ideologías de ser más favorables a la violación o al maltrato.

3. ¿Quién está hablando de las víctimas? Mientras que casi todo el mundo está tratando de encasillar a los acosadores, casi nadie está hablando ni dando respaldo a las víctimas. Lo que acostumbra a suceder, se desvía el foco de atención y se desprotege a quienes más lo necesitan.

En este sentido cabe destacar la necesidad inmediata de desarrollar los mecanismos necesarios y los apoyos sociales indispensables para proteger a las víctimas ante tales intenciones y a su vez cabe destacar y profundizar sobre la presencia de la violencia sexual en todos los colectivos sociales, incluidos aquellos que se sienten libres del mismo. La violencia sexual existe en los Colegios Mayores, en la iglesia, en las escuelas, pero también en los Centros Okupados y los movimientos izquierdistas.

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