La fiscal Glorimar García a parte de acusar al padrastro agresor de dos menores, también lo hizo con la madre de las niñas de 11 y 14 años por obligarlas a callar ante los abusos sexuales que perpetraba su pareja contra ellas en Puerto Rico.
El agresor sexual fue condenado, y la madre acusada por colaboración en el maltrato, quien finalmente fue condenada con una pena menor, siendo liberada tras pagar la fianza total de 5.000 dólares.
Este hecho pone de relieve la urgencia de reflexionar también como la colaboración activa de cómplices, como en este caso de la madre, ha sido constituyente fundamental para que el abuso sexual fuera cometido contra las niñas a lo largo del tiempo. Por tanto, la condena de tal colaboración activa, debería platearse en el código penal, puesto no solo fue una omisión, sino una obligación a mantener el silencio y someterse a los abusos continuados de su pareja. Una madre, que ante el abuso a sus hijas, decide seguir siendo la pareja del agresor de sus hijas, y además, las obliga a callarse, debería como mínimo equipararse la misma sentencia, y retirar la custodia de estas niñas.
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