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Desde el nivel local hasta el global, el liderazgo y la participación política de las mujeres están restringidos. Las mujeres están infrarrepresentadas como votantes, así como en los puestos de dirección, ya sea en cargos electos, en la administración pública, en el sector privado o en el mundo académico. Esto ocurre a pesar de su demostrada capacidad como líderes y agentes de cambio, y de su derecho a participar en igualdad de condiciones en la gobernanza democrática.

Las mujeres se enfrentan a varios obstáculos para participar en la vida política. Las barreras estructurales a través de leyes e instituciones discriminatorias siguen limitando las opciones de las mujeres para presentarse a las elecciones. Las brechas de capacidad significan que las mujeres tienen menos probabilidades que los hombres de tener la educación, los contactos y los recursos necesarios para convertirse en líderes eficaces.

En este sentido hay muchas iniciativas internacionales para transformar esta dinámica e impulsar programas que potencien el liderazgo de las mujeres. Los programas de ONU Mujeres sobre liderazgo y participación se guían por una historia de compromisos internacionales con la representación de las mujeres. La Convención sobre la eliminación de todas las formas de discriminación contra la mujer defiende el derecho de las mujeres a participar en la vida pública, mientras que la Plataforma de Acción de Beijing pide que se eliminen los obstáculos a la participación en igualdad de condiciones. Los Objetivos de Desarrollo del Milenio miden el progreso hacia la igualdad de género en parte por la proporción de mujeres en los escaños parlamentarios. Cabe destacar la importancia de fomentar la igualdad en todos los entornos para normalizar también la participación de las mujeres en política. 

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