
Gracias a los avances que se están produciendo en disciplinas científicas como la neurociencia, hoy sabemos que la actividad física, el sueño, la alimentación, evitar una vida sedentaria, crear redes bellas de amistades y tener un propósito vital que nos transcienda, son aspectos muy importantes para poder tener una buena salud cerebral que nos acompañe toda la vida. Fomentar los entornos que promuevan el inicio de estos aspectos lo más tempranamente posible es de gran relevancia para la infancia y para el mantenimiento de su salud futura. Por ello, la identificación de cualidades de los entornos más beneficiosos para la salud y los comportamientos saludables que estén basados en evidencias científicas de impacto social, nos ayudarán a lograr lugares más habitables y saludables para todas las personas.
El artículo, Urban environment and health behaviours in children from six European countries, publicado en la revista científica ‘Environment International’, pone el foco en reconocer la importancia de sistemas amplios y complejos (caminos contaminados y de baja transpirabilidad, espacios verdes de mala calidad para jugar y hacer ejercicio y vecindarios inseguros con infraestructura física deficiente) como una agrupación de riesgos ambientales que pueden conducir a comportamientos no saludables en la infancia aumentando su vulnerabilidad y riesgo para las enfermedades no transmisibles. El estudio tiene varias fortalezas como la evaluación exhaustiva de los comportamientos de salud más allá de la actividad física incluyendo la evaluación de otros dominios conductuales (por ejemplo, el tiempo frente a la pantalla y el sueño) y de su combinación y la utilización de una amplia gama de entornos construidos basados en modelos geoespaciales en seis cohortes diferentes en toda Europa, lo que permitió utilizar variables comparables en diversos países y describir los patrones de comportamiento de salud infantil en toda Europa. Dado el potencial del entorno urbano para influir en los comportamientos de salud infantil, el objetivo de la investigación fue evaluar la asociación entre indicadores de entorno urbano y varios comportamientos de salud y sus patrones a través de cuestionarios estandarizados en 1581 niñas y niños con edades comprendidas entre los 6 y 12 años de seis países europeos. Este estudio exhaustivo y sistemático sugiere que más vegetación, más densidad de edificios e instalaciones, menos densidad de población y mayor distancia de las carreteras principales puede asociarse con más actividad física, menos comportamientos sedentarios, mejor calidad del sueño y más transporte activo, lo que se traduce en comportamientos que promueven la salud en la infancia.
Conocer investigaciones como esta puede ayudar por un lado a hacer políticas y planificaciones urbanas que aborden estos factores para hacer que las ciudades sean más saludables y habitables y, por otro, puede orientar a la ciudadanía a pedir que se realicen estos diseños que tienen un impacto en nuestras vidas y en las de nuestras hijas e hijos.
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