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Muchas veces se habla de que los malotes, los chulitos, los machistas, los dominantes, los bullies, acompañan sus comportamientos negativos de una actitud de seguridad. Su mirada, sus gestos, todo indica esa aparente seguridad asociada a la dominación y al desprecio, y eso podemos verlo todo el mundo. ¿Qué les lleva a actuar así?

Podemos pensar, inicialmente, que acompañan sus comportamientos negativos de seguridad porque, si no, quedarían demasiado retratados. Pero hay explicaciones más allá: existe un discurso social, que afecta también en la adolescencia, que lleva a que se les dé bombo, les haga ser vistos como interesantes, como excitantes. Todo ello es paradójico, pero ser violentos les aporta atractivo y valor social. Esta realidad es muy peligrosa porque se trata de gente que recibe el mensaje de “no importa lo que hagas, que no vas a ser rechazado”. Esta impunidad y tolerancia puede dar pie a otras actitudes violentas más graves. Y, además, forma parte de una gran mentira al pretender unir esas actitudes violentas a relaciones llenas de aventura, porque lo que realmente consigue ese discurso coercitivo es unirlas al desprecio, al dolor y a la insatisfacción. 

Las consecuencias de que veamos como “listillos” o “espabilaos” a los dominantes tiene más consecuencias complementarias. En el otro extremo a ellos tenemos a los chicos que actúan con bondad o tienen actitudes cargadas de valores éticos: en su caso, la valoración social que reciben, por el contrario, no es tan «sugerente» como las de los anteriores, los chulitos. A la bondad no se le da atractivo, no está valorada socialmente, no acostumbramos a escuchar “este tío es un máquina, es súper solidario”; incluso es rechazada con frases como «¿Quieres una medalla por hacer lo que debes? Con estas consecuencias de rechazo, algunos hombres dejan de actuar así. Así se explica la doble moral: buscan los comentarios, actitudes y acciones que les generan más éxito.

Las personas actuamos con seguridad y autoconfianza cuando sabemos que esa actitud nos va a dar éxito. La consecuencia es fácil: cuando actuar de una determinada manera genera rechazo, se deja de tener seguridad en ese comportamiento. Aplicado a las masculinidades, cuando chicos y hombres, ya seamos amigos suyos, conocidos o desconocidos, rechazamos esas actitudes violentas, y además lo hacemos con la seguridad de que no deseamos eso, el impacto es ya potente. Esta reacción es una actitud de las Nuevas Masculinidades Alternativas (NAM). Si a la vez hacen brillar a las actitudes bondadosas, están contribuyendo exitosamente a romper con la doble moral, uniendo lo bueno con lo deseable, y aumentando la seguridad de los muchos chicos y hombres igualitarios que existen. 

En último lugar, si estos chicos NAM influyen positivamente en sus ambientes para que las personas dejen de elegir y desear como amigos, ligues o novios a los chicos dominantes, este rechazo será el impacto definitivo para desvincular la confianza y seguridad de esos chicos dominantes. Tenemos la posibilidad de valorar y dar atractivo a la confianza que va unida a buenos valores y los mejores sentimientos. Tenemos la opción de asociar, únicamente, la valentía a aquellas actitudes que mejoran la vida de las personas. Las NAM lo tienen claro.

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