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Rodada en 1939 y ambientada en 1872, Dodge City es un western protagonizado por Errol Flynn, el galán del momento. Dodge aparece como un territorio sin ley donde las armas son el único y mortífero lenguaje. Flynn, convertido en sheriff, se impone requisar todas las pistolas y rifles hasta dejar el lugar libre de armas. Dodge se transforma así en una ciudad civilizada y tranquila, algo de lo que, transcurridos 150 años desde el imaginario lance cinematográfico, Estados Unidos no puede alardear.

Es el país con más armas por habitante en todo el mundo. No hay un sheriff tipo Flynn que impida a los mayores de 18 años comprar escopetas o rifles, y a los de 21, armarse de revólveres o pistolas. En algunos Estados, ya es posible adquirir armas a partir de los 16 años. La consecuencia es que el número de muertos por arma de fuego es extremadamente superior a la del resto de países desarrollados. 

Un potente grupo de presión, la Asociación Nacional del Rifle (ANR), con más de 5 millones de asociados, se encarga de que no se promulgue ninguna ley que restrinja el negocio de los armeros, fabricantes y vendedores. Las más recientes tragedias han ocurrido en Buffalo, Nueva York, donde un joven asesinó en un supermercado a 10 personas; y en una escuela de primaria de Uvalde, Tejas, donde el asesino se llevó por delante 19 criaturas y dos docentes. 

El pasado día 12 de junio, los senadores demócratas lograron por primera vez un acuerdo, de mínimos, con los republicanos. Una regulación algo más severa sobre la venta de armas, pero escasa, como si los acólitos de la ANR no tuvieran hijos en las escuelas, no acudieran a los supermercados, no fueran frágiles muñecos expuestos a los disparos. La codicia enturbia el raciocinio.

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