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Ana María, vecina de Lareda, es superviviente de violencia machista, y ante el inminente regreso de la cárcel de quien la maltrató reclama protección.  En sus declaraciones subrayaba como quiere vivir libre sin miedo, no quiere ser la próxima esquela en un periódico e insta a la justifica protegerla.   

Colectivos feministas de su pueblo la apoyan en su reclamo, y la protegen.  Pero todas coinciden que no es garantía de seguridad.  Ante estos hechos se sigue poniendo sobre la mesa de buscar y aplicar aquellas medidas efectivas que realmente garanticen la protección de las víctimas, y las pongan a salvo de sus agresores.  

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