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Ayer se celebró el Día Internacional Contra el Trabajo Infantil, una de las principales vulneraciones de los derechos fundamentales de la infancia. Las niñas y los niños víctimas de trabajo infantil quedan altamente expuestos a la violencia. Además de los abusos, existen ciertas formas y condiciones de explotación infantil que aumentan, si cabe, aún más la vulnerabilidad de las y los menores así como el riesgo de sufrir enfermedades e incluso la muerte.

Según un Informe publicado en 2020 por UNICEF en el que realiza una estimación global, alrededor de 160 millones de niños y niñas en todo el mundo están relacionados de algún modo, con el trabajo infantil. La organización internacional End Violence Against The Children, advierte que el impacto de la pandemia por la COVID-19, los conflictos y el cambio climático son factores que han frenado los avances en su erradicación y se estima un aumento de las cifras en 9 millones más niños y niñas expuestos al trabajo infantil para finales del 2023.

Se trata de una problemática de la que no está exento ningún país o sector, desde las cadenas de suministro de las industrias locales, nacionales y globales hasta los derechos de los niños y las niñas en el deporte. Conscientes de la necesidad de evaluar la situación actual y poner a debate las mejores soluciones para acelerar la acción y acabar con el trabajo infantil, cientos de delegados y delegadas de todo el mundo se reunieron, entre los días 15 y 20 el pasado mayo, en la 5º Conferencia Mundial sobre la Erradicación del Trabajo Infantil. Tal y como informa End Violence, el encuentro, organizado por el gobierno de Sudáfrica y la Organización Internacional del Trabajo (OIT) generó oportunidades para dialogar sobre las prácticas de éxito para erradicar esta lacra social.

Como elemento central se visibilizó la Educación no sólo como un Derecho fundamental sino como la vía para garantizar otros derechos de la infancia. La falta de acceso a la educación expone a las niñas y los niños a múltiples peligros, entre el trabajo infantil, el cual es causa posterior de que las y los menores abandonen por completo su educación en la mayoría de los casos. Todas las voces participantes de la 5º Conferencia, incluídos los niños y niñas que habían experimentado trabajo infantil que asistieron, estuvieron de acuerdo en que es urgente garantizar el acceso a la Educación a todos los niños y niñas sin excepción. 

Las evidencias científicas demuestran que el acceso a la Educación protege de la violencia y es esencial para que las niñas y los niños en riesgo de exclusión social tengan oportunidades de transformar sus vidas y superar las desigualdades. The End Violence recoge las declaraciones de Tara Banjara, una de las niñas que asistió a la Conferencia de Durban y superviviente de trabajo infantil: 

Vengo de una comunidad donde el trabajo infantil ha sido dominante. Solía trabajar en caminos peligrosos en mi país. Nunca pensé que podría obtener una educación. No hasta que se abrió una escuela en mi pueblo. Hoy les pido a todos que se pongan de pie conmigo y se comprometan a garantizar que todos los niños y niñas sean libres.

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