Time for healthy habits: impacto del consumo de fruta y verdura de las familias sobre el comportamiento alimenticio de las niñas y niños
Las personas nos vamos formando a lo largo de la vida gracias a la educación recibida, a los diferentes hábitos culturales y a la socialización. Los niños y las niñas toman a las personas adultas que tienen alrededor como modelos a seguir, lo que implica que, si deseamos que tengan unos valores concretos, los tendrán que observar en nuestro comportamiento. Pero pasar de la teoría a la para que niñas y niños lean, tengan la solidaridad, el respeto y la justicia por valores o coman saludable, implica que lo vean de manera activa en la comunidad que los rodea para que tengan la opción de escoger.
En esta misma línea, centrándose en la alimentación, en el artículo Parent Fruit and Vegetable Consumption Outcomes from the Translational ‘Time for Healthy Habits’ Trial: Secondary Outcomes from a Partially Randomized Preference Trial, publicado en ‘International Journal of Environmental Research and Public Health’, se ha estudiado el consumo de frutas y verduras de 458 padres y madres con hijos e hijas entre dos y seis años. El análisis se ha hecho de dos maneras distintas; concretamente, se ha evaluado el consumo de frutas y verduras a través de llamadas telefónicas y de manera virtual.
Según los resultados del estudio, las intervenciones sobre vidas saludables que se realizaban por teléfono pueden tener efectos más amplios en la salud pública de la nutrición, teniendo más beneficios conjuntos para un consumo más elevado de estos alimentos en la familia. El estudio se ha realizado en población australiana y se ha visto cómo en la muestra analizada, el consumo de frutas y verduras había aumentado de manera significativa. Según el equipo investigador, se trata de un gran avance que puede repercutir en mejorar la salud pública, dado que menos de 1 de cada 10 personas adultas australianas cumple con la ingesta recomendada de las 5 raciones de fruta y verdura al día.
Ya está demostrado que cuando las familias se implican en la educación de sus hijos e hijas, participando como voluntariado en las Comunidades de Aprendizaje, los resultados académicos del alumnado mejoran. Por lo tanto, una alimentación en la familia, basada en evidencias científicas, podría incrementar la salud en la infancia.