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El balance financiero de las empresas ha de ser un objetivo para conseguir un beneficio social. Así de utópico aparece a ojos de la inmensa mayoría, así de necesario consta en el libro del economista austríaco Christian Felber Economía del bien común. Publicado en 2012, se argumenta que, sin rechazar el mercado, es básico acabar con ese interés individual que permite la acumulación de grandes caudales en manos de unos pocos. De la competencia hay que pasar a la cooperación, a la participación de trabajadoras y trabajadores, a la preservación del medio ambiente.

Así, ni más ni menos. Adiós a multimillonarios como Jeff Bezos o Amancio Ortega, a sus respectivos complejos Amazon e Inditex, a la tan lucrativa explotación de sus empleados. Es evidente que una economía del bien común no hubiera refrendado la existencia de sus imperios, y lo es que, de establecerse en la actualidad, mermaría su poderío.

Bienestar colectivo, receta Felder. Asentado en salarios dignos, intervención democrática y sostenibilidad de los ecosistemas. Muchas utopías lo han sido hasta convertirse en realidad.

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