Las nanoestructuras de carbono nos rodean por todas partes, desde equipos deportivos hasta la microelectrónica y el hormigón armado. Entre las personas a las que les tenemos que agradecer está Mildred Dresselhaus. Su investigación pionera en la física fundamental de materiales como el grafito y los nanotubos de carbono en la segunda mitad del siglo XX, y su defensa de la igualdad en la ciencia, la convirtieron en la reina del carbono.
Entre las estrellas de su generación, Dresselhaus superó las dificultades y la discriminación para ganar casi todos los honores, excepto el premio Nobel. Incluso antes de que comenzara a codearse con celebridades científicas, dando paseos diarios con el físico Enrico Fermi, por ejemplo, los talentos infantiles de Dresselhaus como violinista le valieron una audiencia con la primera dama Eleanor Roosevelt. Al final de su ilustre carrera, una visita a Washington DC en 2014 para recibir la Medalla Presidencial de la Libertad de los EE. UU. de manos de Barack Obama era casi una nota al pie. Ahora, la escritora científica Maia Weinstock relata la extraordinaria vida de Dresselhaus en la animada biografía Carbon Queen.
Dresselhaus, nacida en 1930 hija de inmigrantes judíos polacos en la era de la Depresión en la ciudad de Nueva York, Dresselhaus fue una estudiante decidida. La comida a menudo era tan escasa que comenzó a trabajar en trabajos ocasionales a la edad de ocho años para mantener a su familia incluso mientras competía por las limitadas oportunidades educativas que se brindan a las niñas. Después de estudios de posgrado en física en la Universidad de Harvard en Cambridge, Massachusetts, obtuvo su doctorado en la Universidad de Chicago en Illinois en 1958. El mismo año, se casó con el físico Gene Dresselhaus, quien se convertiría en su colaborador.
En la década de 1960, en el Laboratorio Lincoln del Instituto Tecnológico de Massachusetts (MIT) en Lexington, Dresselhaus se enamoró de las propiedades físicas del carbono. Dresselhaus quería entender cómo fluyen los electrones a través del grafito, que está hecho de pilas de láminas de carbono de un solo átomo de espesor unidas en una red de hexágonos como un panal. El grafito tiene algunas de las mismas propiedades que un semiconductor convencional, pero su estructura electrónica es única, y Dresselhaus reconoció que el material sin pretensiones podría estar ocultando una física fascinante. Hoy en día se está convirtiendo en una figura referente tanto científica como humanamente desde la perspectiva de las mujeres gracias a la visibilidad que la biografía como el reciente artículo publicado en la revista científica Nature le han dado internacionalmente, contribuyendo al reconocimiento de nuevas figuras imprescindibles para el avance de la ciencia y de la humanidad.
Coordinadora del Metoo University
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