Recientemente se ha publicado en distintos medios una noticia sobre la absolución de un profesor de violín del Conservatorio de Oviedo acusado de abusar sexualmente de una alumna. Esta noticia ha movido a numerosas asociaciones de estudiantes de conservatorios españoles a posicionarse en contra de este tipo de violencia. Se trata del final de un juicio que se inició en 2018 y que comenzó a raíz de las protestas de los propios estudiantes del Centro quienes denunciaron casos de acoso psicológico que eran conocidos pero que ¨nadie se había atrevido a denunciar¨ hasta el momento.
Esta noticia no muestra un hecho aislado de acoso, sino que visibiliza un tipo de violencia que se ejerce de manera sistemática en los conservatorios y así lo constatan los datos. En 2018, un informe realizado por la asociación británica de la música Incorporated Society of Musician (ISM) y el sindicato de músicos (MU), comunicó altos niveles de intimidación y acoso sexual en instituciones de educación superior y universidades especializadas. Según una encuesta realizada a 600 estudiantes en dicho informe 1 de cada 2 estudiantes había sufrido acoso y más del 50 % optó por no informar sobre los hechos a las instituciones. Además, la falta de anonimato y protección o la colisión del profesorado se citaron como algunas de las razones para no informar.En este sentido, tal y como muestran algunas investigaciones la falta de protección hacia las víctimas y las personas que se posicionan a favor de ellas o la falta de compromiso institucional son factores que contribuyen al miedo a la hora de denunciar.
Además, cabe destacar que en el caso de la educación musical en los conservatorios el modelo educativo propicia un tipo de educación que en ocasiones implica violencia hacia el alumnado. Tal y como establece Basilio Fernández-Morante (2018) algunas de las características de este tipo de enseñanzas son: la relación jerárquica profesor-alumnos la posición del profesorado como objeto de veneración, la enseñanza como poder sobre alguien, la percepción de algunos profesores como intérpretes frustrados, el débil papel del profesorado a la hora de prevenir problemas o la violencia psicológica y sexual ejercida en estas instituciones. De este modo, los factores que definen el sistema de enseñanza en la educación musical suponen un contexto claro de coacción en el que las víctimas y las personas que se posicionan a favor de ellas no se siente realmente seguras a la hora de denunciar situaciones de abuso.
A partir de este suceso y las alarmantes cifras se evidencia la necesidad de un compromiso real por parte de las instituciones, en este caso de los conservatorios ya que no se han tomado las acciones suficientes. En este sentido el movimiento Metoo originado recientemente en las universidades españolas puede servir de modelo a los conservatorios puesto que ha supuesto la visibilización de la violencia y han sido muchos las personas valientes y referentes que se han posicionado claramente frente a esta. Por ello, este movimiento puede contribuir a que las personas que forman parte de estas instituciones puedan perder el miedo, denunciar y posicionarse frente a la violencia con actitudes upstander, creando de este modo una red solidaria de apoyo a las víctimas. En definitiva, es necesario visibilizar la violencia, y no mirar a otro lado, para construir espacios de aprendizaje seguros también en los conservatorios de música.
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