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Sí, su vientre alberga todas las maldades porque ella misma es la maldad absoluta. Muerte, destrucción, hambre, torturas, violaciones. Nunca ausente del mundo del homo sapiens, llama ahora a las puertas del área del planeta que se tiene por más civilizada. Ucrania es escenario de amenazas bélicas en manos de personajes como Putin, Biden, dirigentes de la OTAN, el propio presidente del país, el ex comediante Volodimir Zelenski que ya no puede hacer reír. 

Son hombres incapaces de ponerse en el lugar del otro, en la piel de la población a la que evacuan preventivamente como una gran acción benefactora, obligándola a abandonar vivienda y enseres. En la piel de quienes reciben las bombas y misiles, algo de lo que ellos siempre están exentos. En la piel de los combatientes dispuestos a matar y morir, rebaño obediente.

A lo largo de los siglos se ha hecho presente en muchas mentes la pregunta de por qué existe el mal. Entre otros pensadores, Paul Recoeur publicó en 1986 un ensayo con un título explícito, El mal, sin que ni a través de la filosofía ni de la teología alcanzara a dilucidar porqué la maldad anida en el ser humano.

La guerra en Europa oriental puede estallar en cualquier momento, provocando, como las de cualquier otra parte, millares de víctimas sin posibilidad de eludirla. Desde sus sillones, unos pocos hombres deciden el destino de los súbditos. Si algún día fueran las mujeres las que mayormente dirigieran, ¿desaparecerían las guerras? ¿Mostrarían más compasión, más capacidad para sentir el dolor de los demás?

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