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Simone Biles. Wikipedia

“Si soy parte de un club que tiene a un violador como ídolo, soy responsable de ello”, respondía Martin Glass, seguidor del club escocés de futbol Raith Rovers, que acababa de contratar a David Goodwillie, un futbolista declarado culpable de violación en 2017. Contrasta la opinión de Martin Glass, por ejemplo, con la admiración que en 2020 muchos expresaron públicamente por Kobe Bryant, quien violó a una joven de 19 años en 2003.

Últimamente se están dando a conocer varios casos de futbolistas que han ejercido violencia de género. Recientemente, Mason Greenwood, jugador inglés de 20 años del Manchester United, fue arrestado por violar y pegar a una mujer. Meses antes, Benjamin Mendy, jugador francés del Manchester City, fue encarcelado por violar a seis mujeres. Robinho, jugador brasileño ex del Real Madrid y Milán, fue condenado a nueve años de prisión por violar a una mujer. Todos ellos son jugadores muy destacados en el mundo del fútbol, jugadores de clubes con una exposición pública enorme.

Asociaciones feministas como Level Up, End Violence Against Women Coalition y Three Hijabis exigieron que se siguiera el ejemplo de la Major League Baseball (MLB) y la National Football League (NFL) de los EEUU, donde pueden suspender de empleo y sueldo a sus jugadores.

Por ahora Mason Greenwood ha sido suspendido por su equipo, y la marca Nike ha dejado de patrocinarle. Benjamin Mendy, que en enero salió de prisión bajo fianza, también ha sido suspendido por su equipo, y a sus 27 años no parece que su carrera deportiva vaya a continuar. Robinho vive en Brasil, donde no hay tratado de extradición. La capitana del Raith Rovers dimitió y el patrocinador dejó de apoyar al club, y, finalmente, el club interrumpió el contrato con David Goodwillie.

Sin embargo, está por ver qué ocurre con algunas de las medidas provisionales que se han tomado. Además, todavía la ley del silencio es muy fuerte, y hay muchos casos que no salen a la luz. Y todavía estamos en un contexto en el que es posible jalear una violación en grupo, como hizo el entrenador del Rayo Vallecano, y que no tenga consecuencias.

Se ha empezado a romper el silencio en el mundo del deporte, y eso es una gran noticia. Pero todavía hay mucho que hacer. El movimiento #MeToo está creciendo con el esfuerzo y la ilusión de personas que luchan por romper el silencio, trabajan por la prevención, y exigen tolerancia 0 ante la violencia de género. 

Una aspecto fundamental para la erradicación de la violencia de género es elegir bien los referentes que tenemos en el mundo del deporte. Si admiramos a una persona que ejerce violencia de género por sus logros deportivos, contribuimos a dotar de atractivo a una persona violenta, y alejamos así la posibilidad de superar la violencia de género. Si lo hacemos, no será porque no existen grandes referentes deportivos que destacan también por ser personas valientes y realmente admirables, como, por ejemplo, Simone Biles, que lo ha ganado todo varias veces y ha realizado movimientos que nadie ha podido imitar.

Las Nuevas Masculinidades Alternativas siempre se posicionan contra la violencia, y no lo hacen solo desde la ética. Lo hacen porque eso es lo que les atrae, lo que les gusta.

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