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La pandemia del COVID-19 está poniendo en riesgo el objetivo 16.2 de la Agenda 2030 -poner fin al maltrato, la explotación, la trata y todas las formas de violencia y tortura contra los niños- y también los relacionados con la salud, bienestar, educación e igualdad. La violencia que se ejerce contra la infancia afecta a un billón de niños y niñas cada año en todos los países y en todos los entornos -hogares, escuelas, en internet y en las comunidades-. La pandemia ha dejado a la infancia más expuesta que antes a esta creciente escala de violencia, abuso y explotación infantil.

Para dar respuesta a esta inaceptable situación, la Plataforma Global para el Fin de la Violencia contra la Infancia –End Violence Against Children– acaba de publicar su nuevo Plan Estratégico para el período 2022-24. Es la primera Estrategia de colaboración mundial que se ha desarrollado mediante un amplio procedimiento participativo contando con las aportaciones de las casi 700 entidades y redes mundiales asociadas. 

La Plataforma, creada en 2016 por Naciones Unidas, centrará sus esfuerzos en mantener a los niños y niñas a salvo en todos los entornos mediante iniciativas como la aplicación del conjunto de medidas INSPIRE Seven strategies, apoyo a las familias y atención a la infancia en asentamientos humanitarios, seguridad en internet, prevención de la violencia en la educación, legislación para la prohibición del castigo corporal. Todo ello guiado por cinco valores fundamentales: enfoque de derechos, centralidad de la infancia, universalidad e inclusión, relaciones de género transformadoras y acciones basadas en evidencias.

Esta nueva Estrategia ha trazado un camino que conduce a un cambio duradero con resultados medibles en una creciente sensibilización y atención global a la violencia contra la infancia, creciente responsabilidad de los gobiernos, mejor colaboración interdisciplinar e interterritorial, soluciones más efectivas basadas en evidencias, perfeccionamiento en la recopilación de datos, evaluaciones y uso de la investigación, financiación continua por parte de los gobiernos, donantes y sector privado.

El detalle del Plan se recoge en una tabla organizada en torno a tres áreas principales de mejora -ayuda colectiva, acción colaborativa basada en evidencias y financiación continuada- que incluyen los resultados esperados en cada una y las acciones a realizar para conseguirlos, así como indicadores de logro y entidades o redes implicadas en su cumplimiento. Entre las acciones previstas destacan la organización de eventos y campañas; publicación de testimonios, posts y artículos; desarrollo y aplicación de programas, políticas, herramientas y tecnologías basadas en evidencias; fortalecimiento de la investigación con nuevos estudios de caso en profundidad para identificar las mejores prácticas inclusivas e igualitarias, así como compartir en internet sus datos y resultados publicados en revistas científicas que impacten en las políticas y normas contra el abuso y explotación sexual de menores. 

El resumen ejecutivo concluye: Ya sabemos que la violencia contra la infancia daña su salud, educación y desarrollo; y ya sabemos también lo que funciona para pararla. Hay razones de peso morales y económicas para actuar a favor de un cambio radical. Bajo el lema compartido un mundo en el que cada niña y cada niño crezca en un entorno sano, seguro y acogedor, la nueva Estrategia traduce este sentimiento en un marco común para la acción y la colaboración global que aumente nuestro impacto.

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