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Para avanzar en la superación de la violencia de género es imprescindible acabar con la violencia de género aisladora, lo cual exige clarificar y ratificar las complicidades institucionales y mediáticas que la sustentan. 

Cuando una o varias víctimas denuncian acoso sexual en una empresa o una institución, una forma muy eficaz que se utiliza para revictimizarlas y aislarlas es que los acosadores presenten denuncias en esta empresa o institución. Este hecho filtra a alguno de los pocos periodistas dispuestos a ser cómplices buscando el sensacionalismo o la propia protección ante ese tipo de denuncias. 

La empresa o institución puede mantener su anonimato alegando la confidencialidad de las denuncias y la supuesta protección en el anonimato que necesitan los acosadores. El periodista cómplice puede mantener el anonimato de sus fuentes alegando su libertad de expresión como profesional de los medios de comunicación. 

De esta forma, los peores ataques y mentiras pueden ser difundidos a una audiencia amplísima. A lo que suma la estrategia perversa de repetir mil veces una calumnia para que algo quede como supuesta verdad.Así, se aísla a las víctimas, se revictimiza y se destruye a quienes las han apoyado. Además de dar  ejemplo al resto de la comunidad para que nadie se atreva a denunciar y , especialmente, a apoyar a una víctima que denuncia. 

El movimiento contra la violencia de género no para de crecer internacionalmente y la mayoría de los profesionales de la comunicación están actuando con excelencia ética y una gran profesionalidad. 

Cada vez quedan más claras las complicidades que unos pocos han tenido con la violencia de género aisladora.  Por tanto, se están dando pasos decisivos en la protección de las víctimas y en posibilitar que se conviertan en supervivientes.

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